Carmen Camacho
Carmen Camacho (Alcaudete, Jaén, 1976) es poeta, crítica y profesora de escritura creativa. Es autora de los poemarios Letra pequeña (2014), Las versiones de Eva (2014), Campo de fuerza (2012 y 2018), La mujer del tiempo (2011), 777 (2007) y Arrojada (2007), del libro de microrrelatos Vuelo Doméstico (2014) y de los libros de aforismos Zona franca (2016) y Minimás (2008 y 2009, 3ª edición en preparación). Su obra se encuentra parcialmente traducida al italiano, griego, francés, portugués, árabe, rumano y armenio, y está incluida en antologías principales de poesía, aforística y microrrelato español contemporáneo.
Como editora, acaba de publicar Fuegos de palabras, antología del aforismo poético español de los siglos XX y XXI, en el Grupo Planeta. En 2015 estuvo al cuidado de la edición de Seré Bre/. Aforismos poéticos y otras breverías, publicada por la Universidad de Sevilla, y en 2006 de 10 poetas jóvenes de Andalucía, editado por la UNAM para la Feria del Libro de Guadalajara (México). Es miembro del consejo editor de la revista de poesía Nayagua, editada desde la Fundación Centro de Poesía José Hierro y colabora habitualmente con Diario de Sevilla y en varias publicaciones de literatura, cine y pensamiento.
Interesada en el diálogo de la palabra y las artes, desarrolla obras de poesía escénica, adaptaciones teatrales y múltiples proyectos en colaboración con fotógrafos, pintores, ilustradores, músicos y otros artistas de diversas disciplinas. En la actualidad, lleva a escena la obra Toma de Tierra, en la que aúna sus textos de viva voz con el cante jondo de Juan Murube y la danza contemporánea de Raquel López Lobato. Se encuentra preparando un spoken word, de próximo estreno, junto al rockero Dogo.
Web oficial
www.carmencamacho.netSobre la obra “Toma de tierra”
https://vimeo.com/83966082Sobre el spoken word con Dogo -work in progress-
https://www.facebook.com/ActividadesCulturalesUniversidadSalamanca/videos/1565746000152104/Sobre el libro Zona Franca
https://www.youtube.com/watch?v=_IpwMxNOiw0
Poemas
En la noche
cruza el pájaro de la sal
del blanco al blanco
Lo atrapa un ciego
(Campo de Fuerza, 2012)
CABELLO DE ÁNGEL
Jamás tomó el cabello de ángel en sentido figurado. De siempre lo comió con la certeza de que aquello que rellenaba el buche de las empanadillas no era dulce de cidra, sino los auténticos cabellos de los querubines que se asoman por las cúpulas y las hornacinas, entre las faldas de los santos o desde detrás de la Inmaculada. Imaginaba el proceso: con las mismas tijeras con las que amputan las trenzas de las novicias, cortan las monjas mechones de pelo a los ángeles que trasnochan, para entregarlos luego a su madre enigmáticamente por el torno, junto a huevos, roscos y limones luneros, todo ello también con aire secretísimo. Y se metía en la boca aquello, la niña santa, ferviente, fidelísima, no sin lividecer del asco al entender que tragaba bolas de pelos ciertos, las marañas de San Miguel después de pisarle el pescuezo al demonio, los tirabuzones en alheña de Yibrail, también lo que queda en la navaja de Ockham después de un apurado ontológico y perfecto. Todo el cabello de ángel recogido de las barberías que hacen esquina en los cuarteles del cielo, de todos los cielos, pues el Corán y la Torá también cuentan muchachos empíreos, al parecer bien bellos.
Fue ir perdiendo la fe y ganando en ganas de aquella rugosa dulzura.
Lo que yo quiero decirte es que me muero por morderte el pubis.
(Vuelo doméstico, 2014)
KANSAS CITY, SEVILLA
Un Piel Roja habita la mía, algunas noches. Cruza el puente de hierro. A sus zapatos prestados les castañean las suelas. Bien podría comprarse unos cualquiera, volverse hombre blanco, darse de alta, meterse a triste, vender su cementerio apache a Isla Mágica. De él dice la gente: «camina medio descalzo». Solo los limpiabotas saben ver sus deslumbrantes botines de tacón cubano.
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A Ángel de la Rosa, «El Indio de las Tres Mil», dos secretas le parten las flechas y el arco. Ajenos a la escena, los bisontes pacen magnolias en los Jardines de Murillo.
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En «La Semana de los Pueblos Indígenas de América» de El Corte Inglés un maniquí alto y rubio luce el sombrero callado del triste quechua. Y a qué precio.
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Al indio albino lo tienen preso en la jaula de sí mismo. Cuando lo visito me pide que le hable de las Grandes Llanuras. Yo le cuento lo poco que sé. Le limpio las babas de la boca temblorosa, le cambio la bata, lo peino un poquito con colonia. Él me toma las manos con las suyas muy calientes y me mira a los ojos buscando escapatoria: «No se está tan mal ¿verdad, niña? aquí, en el Museo de Bañolas».
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Al Viejo le robaron un fajo de dinero negro. Esos dólares eran para pagar mi dote. Pero no dormiré sola, ni el hombre de paja con mujer de fuego. Eso ha dicho la chamana.
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Perdona la tardanza, pero antes de estar presente tenía que elegir mi pasado. Soy un niño navajo. ¿Quieres bailar conmigo?
(Vuelo doméstico, 2014)