Basilio Belliard
Poeta, ensayista y crítico literario dominicano. Tiene una maestría y un doctorado en filosofía, ambos por la Universidad del País Vasco. Enseña desde 1997 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue profesor-investigador invitado por la Universidad de Orleans, Francia, en 2015, donde le fue publicada, en edición bilingüe, su antología poética Revés insulares, por la editorial Paradigme. Fue teaching assistant en New Mexico State University, en 1995-1996. Es autor además de las obras: Diario del autófago (poesía, 1997), Sueño escrito (Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña, 2002), Balada del ermitaño y otros poemas (2007), Los pliegues del bosque (poesía, 2008), Piel del aire (poesía, 2011), Oficio de arena (minificciones, 2011), Soberanía de la pasión (ensayo, 2012), Prácticas de sueños (poemas en prosa, 2014), El imperio de la intuición (ensayo, 2013), Escrito en el vacío. Máximas, aforismos y sentencias (2017), El lince y el arco iris (microrrelatos, Huerga & Fierro, Madrid, 2019), Ritual de las ideas (artículos, 2018), Perdido (antología poética personal, Amargord, Madrid, 2015), Octavio Paz o la búsqueda del presente (ensayo, Amargord, Madrid, 2019), El ojo de Ion: poesía y filosofía (premio de ensayo de Funglode, 2020), Círculo abierto (ensayo, Amargord, Madrid, 2020), Octavio Paz: temporalidad y soledad (ensayo, 2021), La intemperie (poesía, 2022), Todo es aire. Antología poética personal (Huerga & Fierro, 2023), entre otras. Fue director-fundador de la revista País Cultural, del Libro y la Lectura y de Gestión Literaria del Ministerio de Cultura, y director del Centro Cultural de las Telecomunicaciones de Indotel. Actualmente es director de investigación, coordinador de cátedra y de la revista In-Arte de la Facultad de Artes de la UASD, así como profesor de dicha facultad y de la Facultad Humanidades, desde hace más de 25 años.
Poemas de Basilio Bellliard
Corazón del aire
Un poeta es un ruiseñor que permanece en la oscuridad y canta para alegrar su propia soledad con dulces sones.
P. B. Shelley(Defensa de la poesía).
Las alas de los pájaros son de viento. Con una pluma de ala de pájaros escribo la página que lanzo al aire. Las alas de viento del pájaro vuelan y escriben los versos entre las nubes, con su pico de aire y de espumas. Los pájaros con alas de viento dibujan con el vuelo el corazón del aire.
Isla al aire
Nadie está más solo que un isleño. El habitante de una isla está aislado porque el agua lo separa del mundo. El isleño es más solidario que un mediterráneo porque desconoce la tierra firme. Su experiencia de vida está cercada, aislada. El mundo es una isla. El isleño se alimenta de espacio: tiene sed de viajar y de volar. Nace con alas y lleva una barca en su corazón. Una isla no tiene fronteras y sus habitantes se alimentan de la sal del mar. Una isla es un pájaro rodeado de alas por todas partes.
Toda isla es un punto que navega y flota en el Cosmos. Todos somos islas. El mundo es una isla. El mar es una isla rodeada de tierra. El sol es una isla en el cielo con su lago, la luna. Como las estrellas, que son ojos en el cielo, las islas son archipiélagos de sal y arena. Una isla es la metáfora del viaje, la ensoñación de lo posible, el sueño de Tomás Moro. Todos los mares nacen y mueren en las islas.
Canción del trueno
I
Mi padre, como Tales de Mileto, adivinaba los eclipses por el color de las nubes y conocía la canción del trueno.
Como un dios, usaba su índice para presagiar las cosechas, y con un hacha, hería las tempestades de lluvia.
II
Mi padre adivinaba los truenos y los relámpagos por el color de las nubes, y recogía los granizos con el dorso de sus manos, en medio de la tempestad.
III
Mi padre cazaba avispas y las convertía en aviones. Les cambiaba el aguijón por una hélice. Les cantaba un
¡hurra!, y las echaba a volar.
Las cosas
Todas las cosas son una sola cosa.
La rosa es una sola palabra, una cosa que anhela ser casa;
casa habitada por lumbres de sueños.
Así, todas las palabras quieren ser
la cosa que nada sirve, en despertar, mil alas deshechas por el aire,
naderías de las mil palabras que no dicen nada; son versos que borran como arena,
las sombras de las aguas que rectan vacías en las letras de los nombres, en la blanca respiración de la hora,
cuando sus cuerpos caminan sobre pasos de hielo; memoria de las cosas que desean olvido,
hasta que los sueños de las cosas
se entreguen a la blanca muerte de los ojos.
¿Qué es el sol si no lo soñamos? La vida es el sueño de la cosa que recordamos al despertar.
Cántico de la luciérnaga
I
En medio del coro
oigo el silencio de los cuerpos Todo me queda grave
Toco las palabras Acudo no al tiempo
sino al espacio Solo la música y los libros
cicatrizan este pánico Abro el aire para no ver
el cuerpo de un virus
Nada me apacigua nadie me atormenta En mitad del relámpago
una cuarentena cósmica
nos reconcilia con la piel Frágil el aire Prisionera la mente
Viajo en un cuento de hadas
Nos habla la tierra
¿La oímos?
Esta tos esta fiebre este escalofrío Ya llega el sorbo de agua
a cada grano de arena
¡Felices los antepasados!
Porque de ellos es el reino de la salud
¡Están envenenando los manantiales!, exclamo Hölderlin
¿De dónde vino el mal?
Nos destruirá el aire
pero el miedo nos salvará
II
Allí
en un átomo de luz
Se vislumbra un destello de luciérnaga
¿Será la palabra del mundo? Se asoma una paideia
en mitad de la tormenta En medio de un corazón
está la semilla de una luz Un mundo está herido
y un sueño está enfermo
¡Que los niños entierren a los muertos!
Alea iasta est.
Párpados pegados
Pegados
con los párpados pegados vamos o andamos
con tapaboca
como enmascarados al son de las campanas Así
entrechocados entre sí y con el otro caminamos sin ser Solos
Solo con el humo podrido entre la ceniza y el veneno nos encerramos
Dentro todos de un mismo miedo De este espanto de besarnos Mudos y a media respiración Salimos
a buscar los alimentos que nos matan Tras la búsqueda de antídotos
contra una salud de nada
Vale oro el aislamiento del cuerpo Nada cuesta volar en alma
Aquí
En este espacio de humo
ningún tiempo acuático nos desvela.
Resplandor de los instintos
Ahora comprendo que el mundo se posee a sí mismo.
Hugo von Hoffmanstal
Desde mi balcón aéreo respiro
día y noche Un aire visible
que disipa el ruido En cuarentena
la música y los libros cantan y hablan Silenciosos
me despierto y me huelo El aire pasa y no pasa
La vida se queda y no se queda El cuerpo se levanta
y el corazón se queda dormido Desde la casa del viento
nada se siente
solo el resplandor de los instintos.
Caminar como una bala
Camino como una bala
siempre Como bala herida
camino
Perseguido
por los ecos de nadie Corriendo
desde la cuna
Por una historia eterna corro sin caminar huyendo de mis pasos atrapado en un instante hasta que
al fin
me congelo
en este camino.
Ola
Ola el amor besa el agua
canta en su espesor
Va y viene
la ola se queda calla y ruge
Sueña la ola un mar silente
que muere en un hilo
Pliegues que olean en la sal
se deslizan entre tumbas
Canta y anochece
el mar espanta el humo
Va su alma rugiendo detrás de su reposo.
Cielo callado
Duermo solo con un ojo abierto y con un pie sobre el otro
Así me despierto y me duermo con ojo atado al insomnio
Un cuerpo apagado En duermevela la luz
y un cielo callado de humo me despierta
Como buen soldado uso armas invisibles Pecho a pecho
me dejo caer en el insomnio.