John Fitzgerald Torres
(Bogotá – Colombia, 1964) Poeta y narrador. Consejo editorial revista de poesía Ulrika. Estudió Agronomía en la Universidad Nacional de Colombia; Literatura y lingüística en la Universidad Distrital y es Magíster en Literatura de la Universidad Javeriana. Recibió la Beca Nacional de Creación Colcultura en 1995 por el libro Cuentos patrios. Es autor de los libros de poemas: La camisa en llamas (1987); En el centro de la hoguera (1990); Palabras de más (1998); Alguien creerá que esto es la poesía; Orsai (2002) y … Y otros poemas (2009); ha publicado también varios volúmenes antológicos de poesía latinoamericana bajo el título de Poesía viva (1993, 1995, 1996) y la antología Colombia, poesía contemporánea (1998). Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Bogotá que se realiza desde 1992. Ha ganado premios nacionales e internacionales de poesía y narrativa; Poemas y relatos suyos han sido incluidos en numerosas antologías de poesía colombiana y latinoamericana y han sido traducidos a varios idiomas. Ha impartido conferencias sobre literatura en las universidades norteamericanas de State University of New York at Albany y el Rensseleur Polithecnic Institute of NY. Se ha desempeñado como Director de los Departamentos Académicos de Humanidades y de Comunicación del Politécnico Grancolombiano, institución universitaria de Bogotá. Recientemente ganó el VI Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor-Biblioteca Luis Ángel Arango, con el libro Por favor, ¡no leas este libro! (2013).
PODCAST DE POEMAS DE JOHN FITZGERALD TORRES
POEMAS
Silogismo
Y si uno que huye perseguido se detiene por un segundo
para leer este poema en el que un hombre perseguido
se detiene por un segundo para asomarse en un poema
que le salva de sus perseguidores,
y un disparo le atraviesa el corazón.
Para despejar las dudas sobre la existencia trascendental del poeta
¿Será deber del poeta mostrar su desnudo
o descubrir en los otros su desnudo
y mostrarlo?
¿Será su trabajo andar abriendo jaulas
o meter su nariz en todas partes?
¿O no, el poeta no tiene trabajo
no sabe qué hará este año
sólo se tiene a sí
y casi nunca come?
¿Será su destino juntar mucha miseria
surcar la gloria
o escribir solo sus cositas?
El poeta abre los ojos
Dándole vueltas y poniéndole seso
He descubierto que una de las maneras
Mejores de escribir un poema es
Hacerlo sin pensar en el mañana, o mejor
Pensando en que el mañana no existe
Y que entonces el poema no tiene misión
Que está de antemano condenado a perder
Y que el tiempo que se emplea en escribirlo
Hubiera podido ser el tiempo necesario
Para que las cosas cambiaran,
de modo que el poema
Habiendo de todas formas sucumbido
No sea la luz diminuta donde nace
Cada día, en medio de lo negro,
el mañana.
Versos de pájaros
Estos virtuosos del canto
estos escribas del aire
de dónde sacan
tanta humildad
si un trino, un aleteo
uno solo de esos dones
basta
contra cualquier palabra
2
En el recuerdo
el pájaro fue más veloz
que la piedra
lanzada por la mano
3
En medio de la avenida
el hombre ciego
afina el acordeón
con su canto
4
–Pá ja ro –dice la madre, cantando
–Pá ja ro –repite el niño, aprendiendo el juego
–pájaro
–pájaro
y en medio de sus risas
echa a volar
5
Principio de terror:
un destello felino
en el alma del pájaro
6
En la jaula
su canto
sólo parece
el mismo
Invocación
Padre
ahora que has muerto
es hora
ven
hablemos
Domingo en la tarde
Entre el rugido de las graderías
agitando los brazos en alto
un hincha celebra la anotación
Uno contrario se acerca por detrás
y perfora sus pulmones
con una cuchara de hierro
En la grama herida de patadas
el árbitro decide anular el tanto
el orsái es clarísimo
Todo en el mismo segundo
en occidental
en el lado de la sombra.
Sentencia
Nombrar el mundo revierte
en el derecho de poseerlo.
Nombrar otorga posesión
sobre aquello que antes fuera extraño.
Tras la nominación
aparece la dominación.
Para nada es un descubrimiento.
Todo el positivismo científico
se ha soportado sobre este pilar.
Lo que puedes nombrar
no te será ajeno
Lo que puedes nombrar
de alguna forma
te pertenecerá para siempre
aunque no lo comprendas del todo
aunque te condene.
Y en tal artilugio las palabras
las inofensivas
juegan el papel más importante.
De lo perdido
¡Ayayayay!
¡Canta y no llores!
Nunca se reemplaza lo perdido
otro objeto que ocupe ese espacio
jamás gana a nuestros ojos
otra condición distinta a la de lo extraño:
con el paso de los días
su existencia adquiere
la forma de una pregunta.
(Uno que pierde sus manos
carga hasta el final de su vida
con la virtud prensil
de la que fue suprimido,
aunque ya le sea inútil)
El que estuvo rabiosamente enamorado
jamás recupera del todo
su cabeza o su corazón.