Laura Liuzzi

Autora das coletâneas de poemas Calcanhar (7Letras, 2010) e Desalinho (Cosac Naify, 2014) e Coisas, pela coleção Megamíni, da editora 7Letras, na FLIP 2016. Foi assistente do documentarista Eduardo Coutinho (1933-2014) nos filmes Um dia na vida (2010), As canções (2011) e Últimas conversas (2015). Nas palavras da poeta portuguesa Matilde Campilho, “Laura observa o mundo de fora e ao mesmo tempo se mete toda dentro dele, sabe que viver é perigoso mas que quanto a isso não há nada a fazer”.
Deseo
Entrar a casa sin que la puerta
crujiera, sin que el perro
de la vecina olfateara mi llegada
sin que el sofá conservara las
formas de mi cuerpo, sin que
yo tuviera que tomar ese vaso
de agua que toca el azulejo y emite
un ruido ronco, sin que hubiera
cuerpo. Entrar a casa como
la música entra en los oídos.
Torsión
No tengo lengua de gato
pero insistí que él notara
la permanente torsión de las cosas
de la naturaleza, no de las inanimadas
que requieren acción externa
pero fíjate, hay movimiento todo el tiempo
y ese chasquido que te asustó
es nuestro modo de ver la torsión de la madera, y si
en unas horas ya es de noche, y tú
y yo sabemos eso, es porque
nada para
en ningún instante, salvo cuando
el alma se hace más grande que el cuerpo
ahí el tiempo suspende el universo
y la simultaneidad del sistema solar
para que nuestros pies olviden
la brutalidad del suelo.
Gravedad
No son mis pies en la arena
ni la insistencia de las mañanas
es la interferencia de la nostalgia
y un hombre sentado en la franja de playa
tiritando
es el silencio de las islas fijando el océano
distrayendo ese inevitable deseo de escapar
es el andamio erguido frente a la ventana
salida de incendio o de emergencia
—tú eras mi punto de fuga
un ángel disfrazado
medio guasón
con amenaza de corriente
y si me arrastro
te diré que soy un transatlántico
inamovible
altiva, con párpados en medio de los ojos.
No son mis pies en la calle
te aseguro que los barcos no tienen pies.
Es un alma de astronauta.
Panta Rei
Era el trecho de un río pero
era una cama las almohadas
eran piedras sin puntas eran
guijarros y sus brazos, troncos
donde me aferraba para no
perderme en el curso indescifrable
de las aguas de las sábanas de la cama
desenfundada o perderme
detrás de mis ojos también
aguados no ahogarme en ninguna
hipótesis ni flotar hecho Ofelia
en sueño profundo en río no tan
hondo así porque la superficie
era atravesada por piedras donde
acostábamos nuestras cabezas
como quien escucha un secreto
o descubre lo que está oculto
el murmullo subacuático
las modalidades de su ronquido
harían burbujas de aire bajo
las corrientes harían creer
a los peces en globos en una
nueva forma de fluctuación
algo similar a los astronautas
fluviales imagina tan solo el
deslumbramiento pero eran
solo ronquidos eran las sábanas
plegándose minuciosamente
con cada soplo tuyo y la misma cama
donde nunca dormimos dos veces.
gancho
siempre de perfil, hombros
anchos y cabeza pequeña.
casi siempre suspendido
en el aire (sin acrobacia).
puesto en fila militarmente;
o ladeado, si es desobediente.
de madera de plástico
de metal de acrílico
piensa que sustenta
el peso del mundo.
si le quitan la ropa
su desnudez es invisible.
el gancho está hecho de ausencia
solo existe cuando está vacío.
espejo
ya no está aquí quien
vio. ve el viento jadear
la cortina ve viniendo
la nube ve el reposo
del cepillo de dientes
ve sin tedio que nada
pasa.
un cine infinito
desintencionado
complaciente con el vacío
vítreo en un mismo
perímetro cualquiera.
pasión ciega que ve
y no juzga, juega.
la nada se rehúsa
y si lo ataca con
flechas de luz, re
bate en la misma
medida, sin
exceso o excepción.
pasivo y activo.
todo pasa todo se
pierde nada retiene
excepto el polvo
pegado al vidrio
que esconde
la espina el espino
el deseo.
el espejo no cuenta secretos.