Lílian Almeida
(Salvador de Bahía, Brasil, 1983)
Escritora y profesora en la Universidad del Estado de Bahia – UNEB. Integra plataformas y portales literarios: Oxe: portal de la literatura baiana contemporánea, Mujeres escritoras negras de Bahía, Mapa de la palabra, Liberoamérica. Tiene publicaciones en sites, blogs y revistas literarias. Participa de Más allá de los cuartos: antología erótica negra Mantis Religiosas, CartoGRAFIAS (Funceb) y Profundanzas 2: antología literaria y fotográfica. Publicó Todas las cartas de amor (ficción) en 2014, con la Editora Quarteto y Pulsares (poesía) en 2019, libro vencedor del Prémio Caramurê de Literatura. Participó del XXIV Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres Poetas en Cereté, Colombia (2017). Mantiene el blog Cartas, fotografías y otros guardados [lirioalmeida. wordpress.com], donde publica cuentos, crónicas y poemas suyos y de otros/as artistas. Realiza talleres de escritura creativa. Contacto: lilianalmeida20@yahoo.com.br @lilianalmeida20
TUAREG
Tempestad de arena
azota el alma
en desafío.
El sentido de seguir
inalienable
rebelde a toda intemperie.
Vivir es desierto.
DESALIENTO
Mis ojos anhelaron la aurora,
pero el día fue plomo.
La lluvia insistió en no caer sobre la tierra
y lavar todo.
Hay esquirlas cardiacas en mi apartamento
y manchas rojas en las paredes.
Por falta de lluvia,
derramo lágrimas como un río
para lavar la barbarie en que se yergue la nación.
Si pudiera limpiar todo, haría
que se secase entera
vertiéndome líquida.
Inútil deseo.
Penar es solo un paso en la historia de la des-humanidad.
No hay lluvia, ni auroras
ni violetas en el horizonte.
Por no tener qué me salve, lloro.
Quién sabe, al menos lavo el dolor de la impotencia
el dolor de mis pasados y futuros
de mis ancestros y descendientes
adherido a mi piel negra.
Hay abismos en mi garganta muda
llena de líquido.
No vomito una palabra siquiera.
Me falta todo,
hasta las vísceras.
Me sobra agua, lágrimas.
Tal vez sea para diluir la sal
que sala la tierra en que habito.
Tal vez sea para lavar la sal
que corta mi carne.
Tal vez sea para ahogarme
y llevar conmigo todo el ardor del mundo.
SÍSIFO
Escribo para matar
el hambre
que consume mi ser.
Inútil trabajo.
Pesada piedra filosofal
para mis brazos llenos de flaqueza.
PURIFICACIÓN
Quién es aquella desconocida que la suplanta.
Ketty Blanco
Enfrento mis demonios
cuando escribo.
Estallo.
En los ojos de quien soy,
torpeza y villanía.
En el hueco de mi humana edad
limo, sargazo.
Salo mis carnes abiertas.
Cada palabra
un golpe
una caída
una fuerza.
Me agoto en el último punto.
Purgarme es vivir todo por entero.
Sigo
misma y otra mujer
dada a lo peor de mí.
CONTEMPLACIÓN DEL INFINITO I
Fugaz paso de nubes
en corazón de niño.
Mirar posado
en pasado presente
de tanto llorar.
El azul derrama memorias
guardadas
en el pecho del cielo.
ANCESTRO
Los ojos negros de la abuela
dicen memorias
anochecidas en mi piel.
FUEGO PROMETIDO
Todos los días un gusano come mi hígado.
Quedo sin piernas y brazos.
Resta un corazón con venas y arterias ya obstruidas,
sangre que llega sin ganas
y sale con poca disposición.
Todos los días gasto agua para lavar las tripas,
ablandar la mugre que yo misma produzco.
Gasto horas purgando el estómago
a ver si expulso lo que me corroe.
Todos los días, uno frente al otro,
continuamos el juego perdido.
Practico contemplarme en el gusano
y cada vez descubro una parte mía en él.
Cada vez me recupero
y la bilis desbasta la grasa
limpia las sobras de lo que no sirve.
Todos los días nos vemos en el espejo
y ya no bajo los ojos.
Presiento el día en que seré plena y mis vísceras serán el propio fuego.