Marilia García
(Río de Janeiro-Brasil, 1979). Poeta y traductora. Ha publicado, entre otros, los libros 20 poemas para tu walkman (2007), Error geográfico (2012) y Cámara lenta (2017), por lo cual recibió el Premio Océanos de Lengua Portuguesa (2018). Su trabajo puede ser visto en www.mariliagarcia.com y tiene una coluna mensal donde esbribe sobre poesia en el Blog da Companhia (shorturl.at/buT06).
noche americana
noche 1
en el momento de mayor intimidad,
quedaron a 1 cm de distancia
uno del otro.
entonces me aparto y
veo la escena en cámara
lenta: ahí los dos no
se miran.
está oscuro y ellos atraviesan el espacio.
el hombro de ella casi raspa
el brazo de él,
los dedos de él
un poco encima de la mano de ella.
los ojos fijos en el suelo
y la respiración al
compás.
–¿cuánto tiempo aguantarías estar abajo
del agua?
es lo que parece decir ella.
en lugar de eso, mira el ínfimo reloj pulsera
y sabe que seis horas después ya estará
del otro lado.
noite americana
noite 1
no momento de maior intimidade,
ficaram a 1 cm de distância
um do outro.
então me afasto e
vejo a cena em câmera
lenta: ali os dois não
se olham.
está escuro e eles atravessam o espaço.
o ombro dela quase raspa
o braço dele,
os dedos dele
um pouco acima da mão dela.
os olhos fixos no chão
e a respiração em
compasso.
— por quanto tempo você aguentaria ficar debaixo
d´água?
é o que ela parece dizer.
em vez disso, olha o mínimo relógio de pulso
e sabe que seis horas depois já estará
do outro lado.
una ecuación en hyde park
está lloviendo en
hyde park hoy
y estoy del otro
lado del hemisferio
sentada al sol
con un gato
entre mis pies
que están descalzos
y levemente
enrojecidos.
está lloviendo en
hyde park hoy
y me acuerdo de haber
andado por un parque
de ángulos cuadrados
con el niño de la caja
negra que tenía una foto
de un bosque nórdico
dada vuelta hacia abajo en la
pared de su cuarto
y que le gustaba contar
hasta 24 después de cruzar
la verja.
andábamos
por el cordón y nos sentábamos
en el parque y después nos echábamos y la
bata negra mullida
ya en su casa
y el roommate llamado
steve que amaba
a una japonesa.
está lloviendo en
hyde park hoy y no sé
qué decirle a él
que ahora está sentado
algunas mesas adelante
y que dentro de un film
sería alguien que dice sí
pero no estoy dentro de un
film –escucho la voz en eco
en el agujero de lo real–
y me recompongo pensando
que podría contarle
que el gps funcionó
y marcó el punto de encuentro
pero que el mensaje
solo llegó después.
está lloviendo en
hyde park hoy
y podría contar que mi
corazón había sido arrancado
por la boca y que estaba
olvidado sobre una piedra
con la sangre
todavía caliente.
sí. está lloviendo
en hyde park
y al infierno
ya bajaron
uno o dos
o
tres
pero él
ha de subir
atravesando las curvas,
el belvedere, los espacios dirigibles
“ogni speranza lasciate
voi che entrate”
–¿hay mundo por venir?
pregunta antes de pasar
y lleva en la mano
un grabador
y cruzamos miradas
–solo por un segundo–
y no recuerdo más
de ese día
pero después la
misma mirada
vuelve a la memoria
como la interferencia
de una voz saliendo
del auto en movimiento
por la ladera.
está lloviendo en
hyde park y aquel par
de ojos encuentra los míos,
y ese cruce
de miradas me distrae
por un momento
de la ecuación.
uma equação no hyde park
está chovendo no
hyde park hoje
e estou do outro
lado do hemisfério
sentada ao sol
com um gato
entre meus pés
que estão descalços
e levemente
avermelhados.
está chovendo no
hyde park hoje
e lembro de ter
andado num parque
de ângulos quadrados
com o menino da caixa
preta que tinha uma foto
de uma floresta nórdica
virada de ponta-cabeça na
parede do seu quarto
e que gostava de contar
até 24 depois de cruzar
o gradil.
a gente andava
no meio-fio e sentava
no parque e depois deitava e o
roupão preto felpudo
já na casa dele
e o roommate chamado
steve que amava
uma japonesa.
está chovendo no
hyde park hoje e não sei
o que dizer a ele
que agora está sentado
algumas mesas à frente
e que dentro de um filme
seria alguém que diz sim
mas não estou dentro de um
filme — ouço a voz em eco
no buraco do real —
e me refaço pensando
que podia contar
que o gps funcionou
e indicou o ponto de encontro
mas a mensagem
só chegou depois.
está chovendo no
hyde park hoje
e podia contar que meu
coração tinha sido arrancado
pela boca e que estava
esquecido sobre uma pedra
com o sangue
ainda quente.
sim, está chovendo
no hyde park
e ao inferno
já desceram
um ou dois
ou
três
mas ele
há de subir
atravessando as curvas,
o belvedere, os espaços dirigíveis
“ogni speranza lasciate
voi che entrate”
— há mundo por vir?
ele pergunta antes de passar
e leva na mão
um gravador
e nós cruzamos o olhar
— só por um segundo —
e não lembro mais
desse dia
mas depois o
mesmo olhar
volta à memória
como a interferência
de uma voz saindo
do carro em movimento
pela ladeira.
está chovendo no
hyde park e aquele par
de olhos encontra os meus,
e esse cruzamento
de olhares me distrai
por um momento da equação.