Niall Binns
Nacido en Londres, de padres escoceses, en 1965, Niall Binns se licenció en Filología Clásica por la Universidad de Oxford. Es Magister en Letras Hispánicas (1993) por la Universidad C de Chile y Doctor en Filología Hispánica (1997) por la Universidad Complutense de Madrid, donde hoy es profesor titular de literatura hispanoamericana. Como poeta ha publicado los siguientes libros: 5 love songs (1999), Tratado sobre los buitres (2002; 3ª ed. ampliada, 2011), Canciones bajo el muérdago (2003), Oficio de carroñero (2007) y Salido de madre. Antología poética (2010). Es autor de más de un centenar de artículos sobre literatura chilena e hispanoamericana, y de los siguientes libros: Un vals en un montón de escombros: poesía hispanoamericana entre la modernidad y la postmodernidad. Nicanor Parra, Enrique Lihn (1999), Nicanor Parra (2000), La poesía de Jorge Teillier: la tragedia de los lares (2001), La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil (2004), ¿Callejón sin salida? La crisis ecológica en la poesía hispanoamericana (2004), Voluntarios con gafas (2009), Ecuador y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (2012), Cuba y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (con Jesús Cano Reyes y Ana Casado Fernández, 2015) Argentina y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (2012) y Uruguay y la guerra civil española. La voz de los intelectuales (2016). Se encargó de la selección y edición de Páginas en blanco, la antología de Nicanor Parra publicada en ocasión de la entrega del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (Salamanca, 2001); fue coeditor, junto con Ignacio Echevarría, de los dos tomos de Obras completas & algo + (Barcelona, 2006, 2011) y editor de La antología de Nicanor Parra según Niall Binns, publicada después de que Nicanor Parra recibiera el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (Santiago de Chile, 2012). Fue uno de los tres comisarios de la exposición “Amigo Zerbantes”, celebrada en el marco de la entrega del Premio Cervantes a Nicanor Parra en abril de 2012.
Poemas
Pez
Acuérdate del pez
Gonzalo Rojas
Brillan las escamas del pez recién pescado
–“Arráncale el anzuelo
Se le ensanchará la sonrisa
hasta la oreja”–
El pez boquea, como si quisiera hablar
El pez se deslizaba entre plantas acuáticas
El pez se sentía libre, enclaustrado en el río
El anzuelo le arranca la cara
El pez boquea, sin boca ya
Da saltos en la cesta, como salta un payaso
El pez es un payaso con escamas que brillan
Este pez es un animal absurdo
El pez boquea, se asfixia, ya no puede
Se le deshojan, una por una, las escamas
Se me pegan al pie, al pantalón, al rostro
El pez está desnudo. Se retuerce de dolor
Se muere por la boca, bocazas, este pez
Helo aquí: moribundo en la cesta
Pescado escarmentado, en paz retuércete
Contemplándote, se me hace agua la boca
Trincho tu carne seca, la masco, me atraganto
Pedazos de pescado se me adhieren a los dientes
Se me corta el aliento. Boqueo como un imbécil
Hay una espina clavándoseme en la garganta
Todos los ladrones están enamorados de Rosita, y yo también
Recuerdo que andaba a tropezones por un callejón oscuro
Zigzagueaba de sombra en sombra, dándome golpes simétricos
contra uno y otro lado del callejón
Avanzaba y retrocedía por el aire esponjoso
Era como si me empujara desde dentro una fuerza diabólica que yo no conocía
o como si resbalara sobre el suelo salpicado de un matadero en desuso
o incluso como si hubiera bebido una botella y media de whisky
(efectivamente, había bebido una botella y media de whisky)
Llegué pronto al lugar que buscaba
Aquí, me dije, vive la mujer que yo quiero
y me senté a la sombra de un gato negro
que merodeaba por allí con malas intenciones
Enfocado por la luz de la luna llena
el gato se empeñaba en restregarse contra mi abrigo como si yo fuese su amo
– No soy tu amo, gato negro –, le dije
rogándole por favor que se largara de allí
Me arañó la cara con cariño torpemente expresado
antes de desaparecer detrás del muro de un cementerio cercano
La sangre empezó a deslizarse por mis mejillas
y me provocaba una extraña sensación de bienestar
Me senté en el umbral del bloque de apartamentos
donde vivía la mujer que yo quería
beodo como Propercio u Ovidio o cualquier otro poeta romano y enamorado
y entonces me puse a entonar la canción más triste de este mundo
– Todos los ladrones están enamorados de Rosita, canté, y yo también
Todos los cirujanos están enamorados de Rosita, y yo también
Todos los vendedores ambulantes están enamorados de Rosita, y yo también, etc.
Entonces oí abrirse centenares de ventanas
y de pronto empezó a caer encima de mi cabeza
una lluvia espesa de gruesas lágrimas saladas
Todas las señoritas, las solteronas, las viudas y las engañadas
que vivían en el bloque de apartamentos
derramaron sobre mí su infelicidad
hechizadas por mi serenata
embelesadas por mi canción rompe-corazones
Clic Clic Clic sonaban sus corazones
y me percaté con cierta compasión, pero sobre todo con una gran indiferencia
de sus roncos estertores
– Mi canto no es para ustedes –, les dije
mirando hacia arriba
donde las persianas del apartamento de Rosita
permanecían herméticamente cerradas
– Ay luna luna luna luna –, canté
La luna me alumbraba con su luz enfermiza
redonda como un queso carcomido
– Luna luna luna luna –, canté
En ese momento la penúltima de las señoritas moribundas
se puso a ulular como una poseída, o quizá como la propia Sibila
y a declamar profecías disparatadas acerca de mi futuro
Hablaba por ejemplo del fracaso sin fin de mis anhelos
y anunciaba que me moriría en el abandono, mi cadáver “carroña de los buitres”
Yo, desde luego, escuchaba estas cosas con ligereza e incluso con sorna y desprecio
Pero he aquí que los escupitajos de su maldición
los insultos que llovían de esa boca, ese oráculo agonizante
se internaron en mis ojos incrédulos y corrieron
–para mi gran sorpresa y desconcierto–
un velo de ceguera sobre mis observaciones
y sobre el bloque de apartamentos ante el cual me encontraba sentado
Sin embargo, y a pesar de semejantes desventuras
no desistí de cantar las melodías más trágicas de mi invención
Ay Rosa Rosa Rosita Rosita, cantaba
derritiéndome en el charco de mis lágrimas borrachas
5 poetas de hoy (el poeta poeta, el poeta pobre, el poeta esteta, la poeta indignada y el poeta filólogo)
1) El poeta poeta sale a la calle vestido de capa negra
Bordada en la espalda de la capa negra lleva la letra invisible P
El poeta poeta pasea por la noche madrileña y la poetiza
Ve acercarse un coche y dice
“Dos luciérnagas vienen acercándose
a 110 kmph”
Llora de la emoción
Ve alejarse el coche y dice
“Dos fumadores se van por la noche
a 110 kmph”
Llora de la emoción
2) El poeta pobre queda en trance
cuando ve pasar un coche por las páginas del periódico
Un automóvil mola más, por supuesto, que la Victoria de Samotracia
sobre todo cuando tiene a Victoria de Samotracia o la Lisa Monísima
desparramada sobre su resplandeciente capote
El poeta pobre toma nota
Va a un bar, se emborracha, balbucea algún verso melancólico
sobre su infancia o su novia perdida
Se compra otro gintonic con beefeater
“No soy pobre ni poeta”, dice: “Soy un pobre desgraciado”
3) El poeta esteta pasea por el centro y se compra un chalequito azul
Hay muchos taxis y muchos mercedes
y muchos bmws, pero él no los ve
Desprecia la apariencia, la epidermis de las cosas
El poeta esteta vuelve a casa y escribe
“Piedra” dice, y se estremece
“Agua” dice, y se estremece
“Aire” “Tierra” “Fuego” dice
y se estremece tres veces
Siente la ebullición de las esencias
Luego se sienta en el sofá, sonríe
Piensa cómo se van a estremecer los demás
4) La poeta indignada se niega a aparecer en mi poema
“Otra vez soy minoría”, me protesta
“¡Una entre cinco! Es indignante”, dice
5) El poeta filólogo
mide sus versos con pasmosa precisión
Éste, me dice, es un endecasílabo
Éste también es un endecasílabo
Éste, en cambio, no es ni endecasílabo ni nada:
es una aberración (este verso que empieza
“es una aberración” es un alejandrino
me señala –muy sabio– el poeta filólogo)
Christmas Story
Yo compro el pavo, el oporto y el pudding
Tú el mazapán, el marisco, el turrón
Compro crackers, mince pies, mantequilla de brandy
salsa de pan, y de arándano agrio
Tú compras polvorones, nueces y chocolate
y una ristra de luces navideñas
Paso toda una tarde en Marks & Spencers
Tú vas y vienes por El Corte Inglés
Compro un compact de Carlos Núñez para mis padres
Tú una botella de champán para los tuyos
Compro media docena de botellas de Rioja
La tarjeta visa arde entre tus manos
Compro media docena de paquetes
de media docena de latas de guinness
Tú acumulas boletos de lotería:
en vano
Y entrando en el salón nos detenemos
y nos besamos largamente bajo el muérdago
Desempaquetamos comida, empaquetamos regalos
Tú pelas las patatas, y limpias el marisco
la lechuga, las coles de Bruselas
Yo sepulto un penique en el pudding
– Si te toca el penique
tendrás suerte en el año (no te rías de mí)
Tú pones el mantel especial, con las velas
rojas, los crackers y las nueces
Por el culo del pavo yo introduzco el relleno
de albaricoque, almendra y tomillo
– La comida inglesa es una mierda, te ríes
– La cocina española no existe, te contesto
casi. Pero no: me controlo: es Navidad
Tú pones un cassette de villancicos
Y al volver al salón nos detenemos
y nos besamos anchamente bajo el muérdago
Dedicas una tarde a poner el Belén
Yo a decorar el árbol: pongo una estrella arriba
Un ángel ha perdido la cabeza, te quejas
Con ternura lo entierras en el heno
Los pastores despiertan: uno apunta
a la estrella de plástico en mi árbol
Cuando vas al servicio, desalojo al bebé
y recuesto en el pesebre a un burro
Extravío a los reyes por el cuarto
En un sillón, Melchor; Baltasar, con el cactus
Gaspar en un estante, con gesto de suicida
De vuelta en el salón, rompes a llorar
Muerto de la risa, me tildas de insensible
Te he faltado el respeto, a tu fe, tu cultura
Estoy hasta el culo de católicos; tú
estás harta, me dices, de mi vacío
– And so, canta John Lennon, this is Christmas
y en efecto – What have we done?, mi amor
te pregunto.
Tú te encoges de hombros
Y al salir del salón apenas nos detenemos
nos rozamos los labios bajo el muérdago
Yo sirvo el pavo, el oporto y el pudding
el marisco, las coles de Bruselas, la salsa
de pan, el mazapán, el turrón, las patatas
los polvorones, nueces, mantequilla de brandy
el rioja, mince pies y la salsa de agrio arándano
Te tocó a ti el penique en el pudding
Me tocó a mí el fregar los platos, la cocina
Tomamos café en el sofá, tú quieres
que salgamos con tus amigos. Es
Noche Buena: celebremos. Pero yo
sólo pienso, de repente, en mi casa, navidades
de ayer: I was dreaming
of a White Christmas, unas pascuas blancas…
Desapareces de pronto, te disfrazas
de Papá Noel, y bajas, roja, riéndote
me rellenas de tontas baratijas
la media que colgué
al pie de la falsa chimenea, como en broma
Te sientas en mis rodillas, bella, barbuda
– Felices Pascuas, me susurras
Y al salir del salón nos detenemos
y nos mordemos lentamente bajo el muérdago
Tú estás harta del pavo, del oporto y el pudding
Simplemente pensar en el turrón da náuseas
Relleno bolsa tras bolsa de basura con restos
de marisco, pedazos de patatas, coles
paquetes vacíos, latas estrujadas
salsa de pan ya tiesa, papel de chocolate
huesos de pavo, cáscaras de nueces
Me dan risa tus gases; te asquean los míos
En voz baja cantas Noche de Paz
A voz en cuello aúllo We Three Kings, y de pronto
“Navidad Navidad” y todo el retintín
de Dulce Navidad, corean tus sobrinos
encantadores, ¡qué sorpresa!, por su teléfono móvil
– Merry Christmas!, les grito, and a Happy New Year!
Para ti, sin embargo, es como hablarte en chino
Tú te arrancas la barba blanca de Santa Claus
Brilla tanto tu cara como el traje
Hay trozos de algodón pegados a tu piel
Tienes las manos negras. – Con carbón, dices: Coal!
Echado en el sofá, como si no existieras
paso de ti y todo, olímpicamente
Me atiborro de latas de cerveza
me atiborro
de latas de cerveza
Y cuando dan las doce, al irnos a dormir
no nos detenemos
nos evitamos para siempre bajo el muérdago
De Canciones bajo el muérdago (2003)
Los buitres ibéricos: Aegypius Monachus
So closely does the parent black vulture incubate, that she allows herself to be completely buried on her nest beneath the drifting snow. On these hanging steeps the eyries are overlooked from above, yet not a vestige of the sitting vulture can be seen until she is disturbed by a blow from an axe on the trunk, or by a shot fired – then off she goes, dislodging a cloud of snow from her three-yard wings as she launches into space.
Abel Chapman y Walter J.Buck,
Unexplored Spain, 1910
Arrecia la ventisca, el mundo se arropa de blanco
En vano se asomó la primavera
Febrero se despide en coletazos de nieve
Encima de un alcornoque el buitre –imperturbable–
protege en su nido un único huevo
El eje del universo es la vida que empolla
Fraile de la carroña, monarca de los buitres
madre hasta la muerte, la nieve la sepulta
No se inmuta: el deber de la sangre se impone
Hasta que el golpe de un hacha en el tronco
el seco estampido de un rifle
la arroje del nido
Y como ave fénix de las tierras frías
se levanta el buitre en un tumulto de aletazos
una explosión de nieve
El huevo blanco
salpicado de manchas pardas y rojizas
permanece en el nido, se congela
El prestigio de los pájaros
El ruiseñor que canta en las noches de Keats
La golondrina que vuelve al balcón de Bécquer
La alondra que se encumbra, monarca del azul
Éstos sí que son pájaros que valen
pájaros con prestigio, que vuelan
como vuelan los hombres en sus sueños y cantan
como cantan los poetas
Eso dice mi novia, y me pregunta
– ¿por qué pierdes el tiempo con los buitres?
Buitre
Buitre el homo sapiens que se ceba en la desgracia de los demás
Buitre el que desempolva la memoria de su familia deshecha
Buitre el que esteriliza el paisaje de su podredumbre orgánica
Buitre el que llora, masturbándose, por lo que pudo haber sido
Buitre el que aún atesora sus primeras cartas de amor
Buitre el que empolla su nostalgia en atardeceres sin fin
Buitre el que se arrastra detrás de un paraíso perdido
Buitre el que vive en las escarpadas crestas de las sierras
Buitre el autobiógrafo de la infancia iluminada
Buitre el periodista fabricante de sordideces
Buitre el que escarba las escombreras por comida
Buitre el abogado cortejador de los deudos
Buitre el carnívoro que no siente la muerte
Buitre el que habita un universo de chatarra
Buitre el fanático de Barbara Cartland
Buitre el funcionario de las endogamias
Buitre el que vuelve a ser niño en los sueños
Buitre el lector de San Juan de la Cruz
Buitre la ebriedad de las alturas
Buitre el devoto del diccionario
Buitre el ratón de biblioteca
Buitre el heredero voraz
Buitre el que escinde las nubes
Buitre el rey del reciclaje
Buitre el coleccionista
Buitre el ave sagrada
Buitre el calumniado
Buitre el que calumnia
Buitre el poeta
traficante
de restos
Buitre el buitre
De Tratado sobre los buitres (2002)
La perra del alcalde
La perra del alcalde me atacó un día
La perra del alcalde era pequeña, prognata
y me atacó un día en Pío Nono con Dardignac
tras una noche de insomnio
Tras noches de insomnio pasan muchas cosas
Sueños malos culebrean por las venas
Pasan muchas cosas y no pasa nada
La perra del alcalde
era peleona, pequeña
y me atacó un día, a mí que la amaba
Érase una perra a un peatón pegada
y hubo sangre
y el peatón intentó avanzar por la acera
como si no pasara nada
(y nada, absolutamente nada, pasó)
El alcalde de Bellavista dormía entre los autos
con sus perros guardianes y un rostro curtido
de curado iracundo
Espetaba, desde el suelo, saludos e improperios
a los vecinos del barrio que apenas toleraba
El perro del alcalde era cojo
Le faltaba una pata, era el último de la fila
en el cortejo de las perras en celo
La larga procesión de lujuria canina
se remataba con el renqueante perro del alcalde
La perra del alcalde no era coja
Acompañaba al cojo y me atacó un día
(no pasa nada, nada pasó)
(la perra del alcalde, a la que yo amaba)
Días después, semanas después
(la causalidad anula los tiempos)
murió atropellada en la calle Bellavista
El alcalde la lloró a moco suelto
Nunca he visto un duelo tan atroz
En su casa de Fernando Márquez de la Plata
el peatón contempló en su pierna la cicatriz
y no sintió pena
Y no siente pena
Las lágrimas del alcalde siguen cayendo
pero no pasa nada
(no pasa absolutamente nada)
De Salido de madre (2010)