Ángel Beccassino
Escritor, fotógrafo, músico, cineasta, poeta. Ha incursionado en el teatro como autor, director y actor, al tiempo que en el campo del arte contemporáneo investiga el impacto del afecto en nuestras vidas, así como el de la conciencia del morir, a través de intervenciones en hospitales psiquiátricos, museos y galerías de arte de Nueva York, Berlín, Stuttgart, Tokio, Barcelona, Quito y Bogotá.
Durante los últimos treinta años realizó diversas propuestas poéticas mediante intervenciones en el espacio público, videoinstalaciones, performances, instalaciones fotográficas y happenings mediáticos en galerías de arte, museos y otros espacios de Buenos Aires, Río de Janeiro, Ciudad de México, Nueva York, Barcelona, Stuttgart, Heidelberg, Berlín, Tokio y otras ciudades.
Tiene publicados libros de poesía y fotografía en gran formato, entre ellos: Los bordes de la realidad (1983), Laberintos y oráculos (Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, 1986), Todo beso es un iceberg (premio Lápiz de Acero, 2000), Paisajes intervenidos (Museo de Arte Moderno de Cali, La Tertulia, 2002), El hígado del circo un espejo (II Bienal de Amor y Éxtasis, Bogotá, 2002), 77 orgasmos/Reflexiones sobre el morir (2005), Aquel mañana que ya fue, tu boca (Museo de Arte Erótico Americano, MaReA, 2007), Ese deseo de estar donde no estás (2009) y Aquel cielo que pudo ser nosotros (2012).
Poemas inéditos de Ángel Beccassino
1
El espacio va por dentro, sientes,
y sientes el árbol interno, llenándose de pájaros con frío.
El límite es accidente, comprendes.
Olor a mango sale de sus ojos, en la memoria el trópico lejos.
Buceando en la intimidad de su arena
en busca de misterios verdaderos
¿Quién soy?
¿El acá o el allá, el más allá, o el aquí dentro?
Y así voy, descuartizándome cada día entre ella y yo.
2
Muchachas chorreando mar
sobre las rocas de la orilla.
Temerosas de Dios y ansiosas de ángeles.
Contemplar las partículas que son sus labios
sus ojos, su cabello, sus pezones.
Llegar al agotamiento emocional.
3
Matones y mendigos. Libres de la razón. Enamorados de madres u homosexuales. Prescindiendo de adjetivos. Pasiones claras caras. Y la oscuridad universal en el alcohol cada mañana.
Una rata se desplaza sobre la enorme cabeza del Buda del Presente observando a la chica sin piernas del burdel que reza al resucitado.
Afuera del templo dos niñas de diez años ofrecen la boca
de una señora mayor a un hombre que acaba de venderle su mujer a otro.
Sobre el azul que emite el televisor me alejo de mí pedaleando lento.
Teorías de la infancia: La mujer de taco aguja, esa tensión, sentada o caminando está siempre excitada.
4
En la alta noche la sonrisa
de la mujer que atiende las mesas.
Sencilla, popular, bajita. Lencería de algodón
lavada cientos de veces, blanca, roja, negra, fucsia,
con transparencias, voladitos y alguna falsa perlita.
Entre hombres soñando con el corazón
al fondo del cruce de piernas de ella.
Llegar allí, conmoverlo.
5
Tantos universos paralelos y tan poco tiempo.
Por la noche, en la cama, cada uno de nosotros puede oír
los sonidos de su propia noche y comprender
la dimensión de su vacío.
O pensar en fantasías.
Temor a despertar sobresaltado y descubrir que el frío que sientes viene de un cadáver al lado.
6
Sucios de sangre y barro y caca por el miedo del último momento quedan los jóvenes muertos en el campo de batalla. Tan bellos de sueños e ilusiones que eran.
Pero hay palabras estropajos que dicen héroes, héroes, y al decirlo limpian, o pretenden cuanto menos, esa imagen en la memoria de quienes quedan, que luego desayunan huevos, tostadas y café sin alabar el bienestar que los muertos han cuidado para ellos.
7
Una hoja de papel en la que no alcanzaré a escribir.
La muerte.