Diana Carol Forero
Gestora cultural, con amplia experiencia en formulación de proyectos y propuestas culturales y artísticas; representante al Consejo Departamental de Cultura del Meta por la Subregión La Macarena 2025-2027; actual coordinadora de la Casa de la Cultura Gabriel García Márquez, del municipio de Mesetas, Meta. Ha publicado los poemarios Horizonte de sucesos (2022) y Singularidad desnuda (2024), y un volumen de cuentos titulado Al vaivén del chinchorro (2024), todos bajo el sello editorial Entreletras. Invitada al Hay Festival Medellín y al 32 Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2022. A la XVIII Feria Internacional del Libro de Venezuela FILVEN, en 2023; y al Encuentro de Escritores Latinoamericanos y Regionales «Por un solo horizonte», organizado por la Corporación Cultural Entreletras en febrero de 2025. Egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central TEUC (1996) y del Taller de Escritores del Instituto Distrital de las Artes, Idartes (2013). Realizó el Diplomado en formulación y gestión de proyectos culturales (2021), otorgado por la Universidad EAN y el Ministerio de Cultura. Ganadora de la convocatoria pública de estímulos Seguridad Cultural, del Instituto Departamental de Cultura del Meta, en el área de Literatura, en 2024; Ganadora del XII Encuentro Regional de Escritores El Llano y la Selva Cuentan, en 2021; y del Concurso Nacional de Escritores SENA «Somos Paz y Reconciliación» en 2015.
Poemas de Diana Carol Forero
Polo a tierra
Me hubiera gustado
hablar con mi padre
alguna vez
Que entendiera la soledad
de mi infancia
anegada de ausencia y orfandad
Que supiera de las veces
en que lo maldije
aún sin conocerlo
y precisamente por eso
Que he tenido que explicar a extraños
/incesantemente/
que tengo un solo apellido
que además resultó prestado
Que en realidad
no sé cómo ni cuándo nací
porque, más que milagro,
más bien fui accidente desafortunado
Me hubiera gustado contarle
cuánto he llorado
viendo el vals de quinceañeras
con sus padres
Explicarle que
jamás pensé casarme
porque él no iba a estar ahí
para entregarme
Cómo siempre hubo un hueco
en mis abrazos de niña
con su nombre
Me hubiera gustado que supiera
que una parte de mí
ha estado medio muerta
como una raíz cercenada
una conexión sin polo a tierra
Circo
Alguna vez fui un circo
—de pueblo, claro—
con escaso público
Uno que otro curioso
Algunos ociosos
—morbosos los que más—
deambulaban por mi toldo
sin poder dar crédito a sus ojos
y a mi pasmosa versatilidad
Fui mimo y malabarista
Payasa, tragafuegos y titiritera
Fui saltimbanqui y zanquera
—había olvidado por entonces
que sufría de vértigo—
y levité a metros de altura
sobre el mundo y sus miserias
Fui acróbata y contorsionista
y mis amantes saboreaban
tan placentera habilidad
Fui tragaespadas y hasta equilibrista
danzando ebria de tristeza
sobre la hoja de una filosa navaja
Mujer bala, maga y trapecista
La señora forzuda
Y luego la escapista
Alguna vez fui un circo
Un freak show
Una feria del horror
Un carnaval suicida
Hoy acaso soy
reliquia de esa antigua gloria
Burdo rezago de magia
Cáscara rota de las horas fugadas
Sombrilla de colores
mustia y desvencijada
Vieja fiera enjaulada
Prólogo
Escribí este poema
a la sobrina que estorbaba
La que su abuela debió criar
y su tío acoger por un tiempo
suficientemente largo
para volverse un fastidio
para ambos
La que andaba tropezando en la luna
Emisaria de desgracias
—en palabras de su madre—;
la que fue siempre una vergüenza
mal disimulada
La que saludaban entre dientes
en cumpleaños familiares
y resultaba —aún sin querer—
cocinando para todos
cuidando los críos
lavando los trastes
limpiando los baños
Escribí estos versos
atestados de malos recuerdos
—tóxicos, emponzoñados—
a la que nunca iba a llegar
a ningún lado
—la proscrita, la fracasada—
la que soñaba ser poeta
porque una vez leyó
una mala traducción
de Una temporada en el Infierno
y se enamoró también
de México City Blues
sin entenderlo del todo
Lo escribí recordando
su infancia desolada
poblada solo de fantasmas
escapados de los libros
Su adolescencia
pusilánime y cargada de torpezas
Su juventud suicida
hastiada de sexo mediocre
drogas y alcohol barato
en los que tampoco encontró
lo que buscaba con tanta ansia
Escribí esto que no alcanza
a ser poema, ni siquiera crónica
No da la talla para ensayo
y mucho menos un relato
Lo hice para recordarme
que, a pesar de todo y de todos,
escribo.
Bicho raro
A los nueve ya anidaba en mí
el bicho raro que me habita
taciturno y solitario
ebrio de melancolía
/aunque para mí
ningún tiempo pasado
fue mejor/
A los nueve ya estaba perdida
para la rumba y la alegría
Mohoso ratón de biblioteca
Grotesca anciana niña
A los nueve ya me había
saqueado el alma
una musa enajenada
ninfa embriagada
de dolor y otros narcóticos
peligrosos y temibles
como la poesía
Agüero
Tengo un recuerdo vago
de la mujer que solía ser
cuando era yo
Una ventana abierta
por donde entra la lluvia
Una gotera en el paraguas
Tengo un recuerdo tenue
de la que no temía a nada
y se levantaba siempre
con el pie izquierdo
para tentar su suerte
La que bailaba en pleno aguacero
chapoteando en los charcos
La que se carcajeaba
en medio de la reyerta del combate
Y perseguía gatos negros
debajo de toda escalera
La que juraba en vano
desalineando siempre los retratos
y derramaba sal sobre sus ropas
desafiando su destino
La que nunca atesoró amuleto alguno
ni se guareció al amparo
de una milagrosa letanía
Y aunque he quebrado cada espejo
Tengo el reloj detenido en la hora justa
en que te fuiste de mi lado
Aún no uso comas en los poemas
Ni me peino jamás sobre la cama
Sigo esperando que regreses
La última función
Ella quisiera que los días fueran de nylon
como las medias veladas
para poder ver a través de su tejido
de susurros y de viento
para poder estirarlos
a fin de que el tiempo que le resta
fuera el justo, el indicado
Porque está llegando
al final del recorrido
ha andado y desandado
paso a paso su destino
pero siente que aún
le quedan cosas por hacer
otros caminos por errar
Ella ajusta cada día su reloj
atenta a los latidos de su corazón
ese león sin dientes
que se tiende, somnoliento
a la entrada del circo
anunciando que se acerca
la última función
A Teresa, por siempre
Canela
Debajo de mi piel
se incuba otra piel
de apasionante textura
El dolor desgarra mi corteza
en medio de la espesura
mostrando una interna envoltura;
exótico pellejo que oculta un nuevo cosmos,
todo un secreto universo
de terroso incienso
que fluye por la herida
Cada cierto tiempo
pelo el cobre —digamos—
revelo mi íntima naturaleza
mi verdadera esencia
Me dejo la piel a tiras
en mis versos
Fruto arrancado
Tenía solo doce años
Y no sabía
que por ser mujer
indígena
no podía salir a recoger guayabas
Busqué el árbol tupido
que da sombra en el patio del colegio
intentando balancearme
entre sus ramas
Pero un soldado me sacudió
como animal muerto
entre las suyas
Y luego vino otro
Y otro
Y muchos más
Me taparon la boca
para que no gritara
La verdad
es que ni un susurro
hubiera podido brotar
de mi garganta
Seca
Me arrancaron de la vida
como se arranca el fruto podrido
A mí
que ni siquiera había florecido
aún