Henry Benjumea Yepes
Villavicencio, Meta, Colombia, 1957. Licenciado en Filosofía e Historia. Experto en educación y cultura; lengua y literatura, lectura y escritura e investigación. Estudió Literatura en la Universidad Nacional de Colombia; maestría en Lingüística y Literatura Hispanoamericanas en el Instituto Caro y Cuervo; y las especializaciones de Docencia Universitaria, en la Universidad Iberoamericana, y de Gestión y Planificación del Desarrollo Urbano y Regional, en la Esap. Con formación y experiencia en medios de comunicación hablados y escritos. Ha realizado actividades de investigación en cultura, literatura, historia, economía, educación, textos infantiles, y violencia. Es docente universitario, promotor de lectura, promotor del desarrollo social, conferenciante y tallerista, y asesor de educación y cultura; experto en formación y evaluación. Exdirector de la Casa de la Cultura del Meta. Tallerista de Idartes, Banco de la República, Ministerio de Cultura, Cerlalc y Entreletras. Libros publicados: Literatura Llanera. Aproximación histórica y crítica; Los niños también cuentan; Aproximación a la historia empresarial del Meta; reconstrucción (poesía) y En los ojos de un caracol (poesía). Incluido en las antologías poéticas De seis pisos, de la Universidad de los Llanos; Todos los lugares toda la luz, de poetas del Meta y Canícula, antología de poesía colombiana.
Poemas inéditos de Henry Benjumea Yepes
Estallido de colores
Los colores estallan en la ausencia
y vuelven a anidar en la mirada.
La aurora que anuncia el fin del mundo
se confunde en el espejo del pecado
se atemperan las dudas y las risas.
Todo vuelve a la trágica comedia.
Continuidad
Seguiré el juego de la vida
mientras sostengo
este edificio de recuerdos.
Hasta el día
en que la muerte sólida
se derrame sobre nosotros.
En casa
Conocí a mi padre en un retrato sepia
aprendí a escucharlo a través de la bruma
era un marino gigante de alabastro
un galeón del rey de los juglares
cabalgó su vida entre pasiones claras
alargó el abrazo en eterna desmesura.
Mi padre era así, capaz de cualquier cosa
de apadrinar las más grandes desmesuras
por no atarse a tan tamaña espera.
Sabio de savias, de olores y de angustias
sabía de las alternadas contravías
polvo de estrellas que un día te estrellaste
para hacernos comprender que así es la vida.
No lo digas
No hables más de la guerra
madre
que aún sangran los recuerdos
no derrames más lágrimas sobre los sudarios
no reclames al que todo lo puede
clámale a la noche que permea el dolor.
No llores nunca más
madre
que los ríos crecidos arrastran el odio
los volcanes lo arrojan en las cumbres
y las caracolas repican suplicantes
a la tenue tristeza encapsulada.
Visión
Aquí estoy
atónito
ante el desfile
interminable de la vida
como diría el vidente ciego
de mis juegos de infancia.
El viajero a su amada
Cuando rasgues los hilos de tu jaula
por donde el sol calienta
tu mirada vagabunda
atrapa un rayo de luz
y mañana cuando parta
cantaré hasta romper tu ventana.
Metamorfosis
Detrás del ojo de mi cámara
recorro todas las noches
la ciudad
atestada de prostitutas, borrachos
ladrones y mendigos
los reyes, príncipes y princesas
de mis versos.
Cuando la vida se va tras una sonrisa
Los volcanes asoman en las cumbres
cuando inicia la danza de la luna
y las caracolas repican suplicantes
a la tenue tristeza encapsulada
Mientras
camino despacio
deshago mis pasos
y extraño cada partícula del universo
que se hunde tras de mí.
A mis amigas
En la entrañable soledad de la noche
entreveo el rostro de unas cuantas amigas
me permito nombrar
las que se asoman
del modo furtivo en que las conocí
Carol, que un día
extravió sus malas intenciones
Luisa, quien no renuncia a encontrar
un lugar al lado del aire
Y Gloria, empeñada en demostrar
que la vida sirve para algo.