Karolina Urbano
(Pasto, Colombia, 1974). Profesional en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas, magíster en Filosofía por la Universidad Nacional de Colombia. Realizó estudios de maestría en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires. Docente de la Universidad Cooperativa de Colombia. Dirige la editorial Ojo de Poeta. Ha publicado los libros: Cómo hablar de lo indecible con alguien imposible (microrrelatos, 2014, 2019), Los colores de van Gogh (poesía, 2014) y La pipa del amor (poesía, 2016, 2018).
Poemas de Karolina Urbano
Del libro La pipa del amor (2018)
2
En el amor no hay final
ni principio.
El amor cabe perfectamente
en el universo de una sucia lata vacía
es cuestión de llenarla de mar,
rebosada de lluvia
se derrama en su ebriedad.
Entre más llena más vacía
no tiene nada de tenerlo todo.
Así el que ama demasiado es el más solo.
Vacía y llena todo el tiempo
como el que llora de amor o desamor
hace lo mismo
es la misma vieja lata en un rincón cualquiera
abandonada el día que fue bautizada
con fecha, con nombre, con punto,
capaz de iluminar o arrasar de golpe
—como la fe que mueve montañas—
es solo una palabra
que el hombre convierte en milagro.
3
Recibo el poema como el pan
me alimento, me saboreo
me regocijo.
¿Qué cuerpo puede resistirse
a la tentación del hambre?
El deleite
la saciedad
es la exageración de los gestos
ante la palabra muda.
El amor es como el poema
comen del mismo cuerpo
y rondan la misma soledad
del águila que acecha al espantapájaros
como si fuera su presa.
8
La actriz abre la boca
más
más
más
sale entre sus labios el arma más temida
es un témpano profundo
se extiende
bordea los extremos
invade
es ahora una serpiente
los nervios y venas que la sostienen
se templan, se hinchan
la lengua no siempre es provocativa
boa angustiada por la presa que sabe su destino
—ella prefiere la víctima inconsciente—.
Los músculos de su cara se adormecen
una sensación conocida queda en la saliva
en el paladar
en el beso que no dio.
La actriz cierra la boca.
se relame
sonríe.
16
Escucho los hombres que se aman
en el piso de arriba
imposible ignorarlos
los audífonos no aíslan
la curiosidad del voyeur
intento imaginar la escena
solo consigo retratos
de noche barata
Los he visto en el ascensor
con los ojos brillantes
y las marcas del sudor mal lavado
en los pliegues de la camisa
Los miro sin mirar
saben que los escucho
por eso muerden sus labios
sonríen y achinan los ojos.
Antes de salir del ascensor me dicen:
«que tengas un buen día».
25
Quiero enamorarte
me pregunto cómo hacerlo
sin empalagarte con mis versos.
quiero saborearte en esta taza de café
mientras te miro por el reflejo de los lentes
para disimular el deseo.
Sorbo a sorbo
entre la espuma que aún no quiere desaparecer
activo mis papilas para enamorarte
pero son las manos las que te quieren tocar
y solo llegan a la cuchara
a la espuma
a mis labios.
Vuelvo a saborearte en esta taza de café
la espuma se desvanece al fin
no la sensación de tu cuerpo imaginado
se reaviva con el aroma que todavía aspiro
y el sabor que va bajando como un hilo fino
moja los espacios que dejas en cada silencio
cuando buscas en mis ojos una respuesta.
Quiero enamorarte
el café se consume muy rápido
la duda del beso señala el adiós
sabes que robo de ti
la carta de la próxima jugada.
Del libro Los colores de Van Gogh (2014)
Antonin Artaud
Artaud trae cientos de rosas rojas en su mente
mas sus labios solo tienen cicatrices.
Deshojado su cuerpo
está dispuesto a matar al otro
que anida en su cabeza,
a veces solo quiere unirlo a su cuerpo,
para que el siquiatra no le diga más mentiras.
No bastaron las palabras que dictaba su espíritu,
ni las iluminadas imágenes que respiraron tras de sí.
Su otro desdibujado,
amorfo y líquido ante el sopor de las alucinaciones
tomó de él el espíritu del arte,
construyó señales de un nuevo comienzo:
frases tardías para un cuerpo desvencijado,
palabras justas para quienes
con sangre
y sin espinas
todavía descubren
el blanco vapor de su locura.
Pina Bausch
Danzar, danzar
O estaremos perdidos
P.B.
Pina es un brazo encadenado a otro brazo encadenado a otro brazo
encadenado a otro brazo.
Es el gesto de la mirada roja y los labios largos emprendiendo un soul.
Pina es la boca que besa el vaso que tira la mesa que sigue la mano que rota
la pierna
que cae.
Es el cansancio tras la escena,
la idea en el ángulo vacío,
el ojo que construye deseos.
Es la piel que devora las ganas que consume el yo quiero
que ama.
Es también la pregunta
—Por la soledad, la alegría, el dolor o la belleza—
nunca la respuesta.
Pina habita la estación del bandoneón.
Los colores de Van Gogh
Tu destino depende del color de los sentidos,
el gris se unta de sombra
y recuerdo
es la agonía de los días,
una cadencia de sueños.
Tus pies descalzos viajan
por la brasa azul de las estrellas
y no te conducen al mar.
Tal vez si no hubieras tocado el ocre
el rojo-marrón, rojo-pardo de tu alma
que sembraste en las mejillas
en los labios
en los olores de prostíbulos
y pieles descarnadas,
podríamos tejer tu suerte
con las fibras del lienzo.
Pero quisiste huir por la ventana
iluminando tus ojos con el trigo.
Aurelio Arturo
Te hablo también: entre maderas, entre
resinas, entre millares de hojas
inquietas, de una sola hoja.
Morada al sur
Te hablo también
con diferentes matices del olvido.
Lejano verde diluido en agua
del primer adiós
y la distancia.
Nuevos sueños
ya sin brisa, ni yerba,
tiñen de oscuro la ruta
tras de sí.
Atrás quedaron los olores
del aserradero
las lonjas de madera
y el árbol de arrayán.
Enterrados en fértiles baúles
fueron después palabras selladas
en los sobres y en el alma.
—Verde-souvenir- volveré- pronto—
Hojas de tiempo
con fechas y estampillas
alimento del fuego
un nuevo adiós.
Verde opaco
verde limo lacrado entre los bordes.
Me hablaste también
—un día—
del verde que es de todos los colores,
de la música de la vieja casa
donde habitan los ecos de la infancia:
esa feliz melodía del silbido del tamo.
Y así regresé,
con el último residuo de ámbar y colibrí,
a mis recuerdos.
Desde entonces,
también en mis palabras hay niebla.
Un lugar permanece abierto
hacia atrás
con la imponente belleza que se descubre
de todo cuanto se ha perdido
cuando ya no importa.