Mario Rivero
(Envigado, Antioquia, 1935 – Bogotá, 2009).
Antes de dedicarse a escribir y de que su obra lo consagrara como uno de los más importantes poetas de las últimas generaciones del siglo en Colmbia, probó muchas cosas y tuvo múltiples experiencias: voluntario en la guerra de Corea, cantante de tangos, actor de teatro, vendedor de libros y de arte; vivió su juventud en constante movimiento, deambulando por Centro y Suramérica, con incursiones a Europa, en calidad de expositor y guía de seminarios y excursiones artísticas. Contertulio de los cafés de intelectuales y artistas bogotanos, especialmente de El Automático, allí perfiló su definitivo destino poético, al lado de los «cuadernicolas» y sumándose a la naciente corriente de poesía urbana, que él llegó a imponer representativamente.
Poemas
Endecha
Estábamos perdidos
cuando nos encontramos
en aquel retraso de aeropuerto.
Yo estaba lleno de noche y de frío,
aunque había pasado tres días
en el «San Francisco»,
con una muchacha de nalgas redondas.
Tu creíste que yo era un camionero.
Admiraste la vulgaridad de mi estilo
y me amaste por ello.
-No lo era.-
Yo creí que tú eras una princesa,
que arrastraba hasta mí su aburrimiento.
-Y es verdad.-
Como es verdad que seguimos estando perdidos.
Yo, por no poder soportar la realeza,
tú, por no saber nunca lo que estás haciendo.
Poemita
Tuve un pequeño pájaro
que cantaba para mí cada día
cuando el alma se estaba entumeciendo
y descarrió su vuelo.
Tuve una pequeña moneda de oro
hecha en los siglos anteriores
-y sin equivalente-
y la perdí en la arena.
En un lejano viaje
encontré una pequeña rosa -no corriente-
-sin con qué comparar-
pero otro peregrino la quebró de su tallo
y la prendió en su ojal.
¡Ah pequeña rosa
pequeño pájaro
pequeña moneda!
¡Qué fácil para alguien como yo morir!