Mercedes Roffé
(Buenos Aires, 1954). Poeta, traductora y editora, autora de obras como El tapiz (1983), Cámara baja (1987), La ópera fantasma (2005), Las linternas flotantes (2009), entre otros. Desde 1995 reside en la ciudad de Nueva York.
Estudió música y Literatura y Lenguas Modernas en la UBA. En 1977 es galardonada en Madrid por su primer libro de poemas. Pasa una temporada en la capital española y se familiariza con parte de su mundo literario. Regresa a Argentina, donde termina sus estudios. En 1978 obtiene una beca del Centro Iberoamericano de Cooperación por un trabajo monográfico sobre la obra de Diego Jesús Jiménez. Con ese apoyo vuelve a Madrid e inicia estudios de doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense.
A su regreso a Buenos Aires, a principios de 1980, se integra al equipo de producción de la Editorial Losada, al tiempo que participa en la vida literaria y cultural que, aun silenciosamente, se desarrollaba en la capital argentina en los últimos años de la dictadura militar. En 1984, ya el país en pleno proceso democrático, obtiene una beca de investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) para trabajar bajo la dirección de Enrique Pezzoni, y otra para cursar el doctorado en la Universidad de Maryland, en los Estados Unidos. Entre ambas oportunidades, opta por continuar estudios en el extranjero.
En 1993 termina el doctorado en literatura española en la universidad de Nueva York (NYU) con una tesis sobre los debates literarios a fines de la Edad Media. Enseña en la New School for Social Research, en la Universidad de Nueva York y en Vassar College, situado en el valle del Hudson. En 1995 decide radicarse en Manhattan y volver a integrarse al mundo editorial.
En 1998 funda en Nueva York el sello Ediciones Pen Press, una editorial independiente dedicada a publicar plaquettes y pliegos de poesía contemporánea de autores españoles e hispanoamericanos, y de otras lenguas en traducción al español.
Poemas de Mercedes Roffé
Iokanaan
…hasta que el grito interrumpió la cena de los cementerios
Entonces fue el advenimiento del hombre
y un silencio terso como el lomo de un felino.
Del bautismo en las aguas del viajero,
la niña de los estrépitos
aprendió el misterio del gemido.
Tarde
Se empoza
como un suicida socorrido por el mar
siquiera el ungüento, el velo de novia muerta, la lengua disecada de la salamandra en el almirez del conjuro. Afuera, allá, en la noche, todo es burla y engaño. Adentro, acá, en el pánico que urden, cómplices, la palabra, el sueño y el silencio, la vigilia y la historia, la sombra y el perfil y el fragmento de la sombra no son sino la miríada de años tras la cual, a la mañana siguiente, nos sorprende encontrar que nada ha cambiado. Cada noche, la emperatriz va a buscar su collar de esmeraldas. Cada noche, el caballero se pierde en la cacería…
Vio a Cristo amamantando a los perros. Vio un hueco en el lugar del corazón. Vio una parva de heno, una oreja de Dumbo, una cola de buey, un grano de sal gruesa, un hangar, un telescopio. Vio una batalla de ángeles y demonios en el fondo de la alberca. Y luego fue la lluvia, la lluvia. Enconada. Filosa. Intermitente. Las uñas de la Impaciencia tamborileando en la ventana. Los dientes de las horas farfullando el rosario del tedio.
La métafora ha muerto.
Nada se parece a nada.
La más mínima fracción de cada átomo absorbida en la tarea de cumplir su ínfimo mandamiento. Sostenerse en el ser, cada mañana, no importa qué. La anatomía exhausta del ciprés… La terquedad crispada de los pinos… El blanco inocuo del hielo en el dintel.
El orín del perro del vecino traza un surco en la nieve. Minúsculo. No menos
que todo lo demás. No menos
que esta arrebatada voluntad, la inanidad segura
de este intento.
Agradecido desde ya, lo saluda muy atte., ¿Doblado? Un tembladeral figura la ilusión de la especie. ¿Amarse? ¿Amar? do not lean on this door. Se abre. Deja un vendaval de amodorradas iras asfixiarse. ¿Mutuamente? Ensimismadas, para mejor olvidar. Gnoti zé autón. Las leyes del deseo y las de la hipoteca corren, cada vez más, cabeza a cabeza. Hocico. Bouche. Besito. Inventémoslo todo de nuevo. Dale, no más. Se aguza el diente. Leit motiv? Obsesión? O mera llama del rayo que no cesa? Ahú, ahú. El lenguaje se inflama y en cada exhalación se va, se deteriora. Creámoslo o no. Gato encerrado o bolsa de botones varios, caídos, alguna vez, de algún batón, perdidos o encontrados. Si no sabes quién es, invéntalo, hazlo. Ponle aquí una nariz, allí un acento, allí una tornasolada pluma en el sombrero de fieltro. Apriétalo y sonreirá.
Y ahora dile que se siente y escriba:
Agradecido desde ya, lo saluda muy atte.,
Such & Such
Visión prismática, dividida, dispersa. Un no sostenerse en el lugar, sino rodearlo y rodear el vacío que se deja.
Observación: un mantener viva la llama de una pura fe sin credo ni culto ni reliquia. Un mantenerse viva en la fe –un vacío.
Asíndeton. Aposición. La gramática como una anatomía. Teórica desnudez.