Sarah Lucía Fitzgerald
Bogotá, 2001. Literata de la Pontificia Universidad Javeriana y extallerista del Taller de Escritores de la Universidad Central, ha sido ganadora de varios premios de literatura, como el Concurso Nacional de Cuento del Instituto Caro y Cuervo. Ha publicado los libros En el año 2525… cuentos de sci-fi (Susaeta, 2025) y Mi cuerpo responde al llamado del sol (poemas, 2025). Prepara en la actualidad un nuevo libro de cuentos.
Poemas de Sarah Lucía Fitzgerald
Mi cuerpo responde
al llamado
del sol
a las mañanas más sombrías y
las tardes ardientes
lo esperado es
no saber
es mejor si
no sabemos
qué tanta alma
nos pertenece
qué tan humanas
seguimos siendo
de tanto en tanto
no importa
mi cuerpo responde
al llamado
del sol
Ayer vino a mí
por primera vez
el recuerdo
celular
de un canto matutino
ahora
quieto y lejano
seguro
fue el quejido
el grito de guerra
definitivo
de los últimos pájaros
hoy
nada canta
está asegurada
la derrota
Vine al mundo
fui tortuga
eterno
primer
segundo
terrible carrera de cuadrigas
y
en mis ojos
espejo el rugido
del mar plástico
Lumbre celestial en el horizonte
déjanos
ya no queremos volar hacia ti
trajiste
el olvido de la luna
la huida
de las últimas naves
y
la promesa
de una muerte en espiral
Un día hablamos del monte
su brillo de medianoche
sus guiños
trémulos
dijiste
antes
allá no había nada
los árboles
se tragaban la noche
imaginas la magnitud de los árboles
agujeros azules
mar cerca al cielo
me dijiste
allá estaba vacío
hay hoy
murallas resplandecientes
murmullo de naves
vacío a punto de estallar
sin ti
nunca alcanzo a ver
más
allá
Ahora el río
riega
sus
piedras
y
abre mis heridas
no puedo ver
la sangre
por su escozor
no es roja
por cómo arde
son chispas en los circuitos
sería mejor que
después de todo
esta luna
no fuera nuestra luna
este planeta
no fuera nuestro planeta
que esta vida no fuera nuestra vida
que fuera aún más
espejismo
y que alguien
más allá de la ventana oscura
de este cielo
riera
Ante el vértigo del viaje
más allá
del horizonte de sucesos
la luz quedará
atrás
con su velocidad sumisa
un puma
que recorre la pampa
dos siglos atrás
se detendrá
un
breve
instante
a mirar el cielo
por primera vez
Llegaré
estaré
lejos
seré
menos tierra
un fulgor que se escapa
un aleteo
de luz
el viento
como sonido de articulación
polvareda sanguínea
qué
tienes para mí
qué promesas
qué palabras
no puedo encerrarte
alborada que zumba
y mi corazón
tiembla
de regocijo
El freno se marchita
el óxido chilla
el humo
se atasca en el metal
el resorte vuelve
creí escuchar el canto de una ballena en la autopista
el agua salina
el agua
alcanzando las nubes
un aleteo profundo en los pulmones
del neumático
sobre el asfalto
podría ser
pero no es
el mar no existe
De quién será la última súplica
de qué ojos saldrá la luna a pedazos
recuerdo definitivo de nuestra tierra
de qué brazos
caeremos
al
silencio
de quién
será la voz que nos salva
y nos condena
cuando dice
por favor no nos olviden
Llegará el día
los tanteadores del vacío
y la noche
seguros
de su rostro
verán
sus manos
diluyéndose
como espuma
la infinita lista de errores tras de sí
dolor y gloria
volverá a estremecerse la materia oscura
y crecerán los agujeros negros
Antes de partir
movimiento
de mil algas
te revuelves en el sueño
luz regada
sobre coral
me iré contigo
al fondo del mar
Entre mis venas a veces fluye
la culpa
baja y sube
eléctrica
esta fue mi casa y la convertí en piedra
sin agua
ni raíces
tuvo alguna vez
un techo
que atravesé con flechas
para otear las estrellas
tuve un hermano amado
que me asesinó sin piedad
después de que yo también le asesinara
A dónde va
lo blando, lo insumiso, lo transparente, lo que habita, lo que no habita, lo que huye, fluye, se escapa y vuelve y toma y se lleva, esputa, dice, canta, trina, desde lejos, dispara, atraviesa, transmuta, levita sobre tus ruinas,
tierra,
sobre tus raíces inútiles, sobre tu pequeña comba azul que para entonces no tendrá sentido alguno