Seykingʉmʉ Osorio
Seyki es un joven poeta arhuaco que inició su carrera en las letras a sus 15 años por gusto innato desde su territorio en Simʉnʉrwa. Desde pequeño le gustaron las obras artísticas de todo tipo viendo en ellas una forma de expresar los más íntimos sentimientos del ser humano. Sus primeros años fueron de forma inédita y a puño y letra. En 2019 emprende su carrera de Geografía en la Universidad Nacional de Colombia, teniendo como nuevas herramientas para compartir las redes sociales y los medios digitales.
Ha participado en diferentes eventos artísticos en representación del pueblo arhuaco, en encuentros apoyados por entes públicos como el Ministerio de Educación y de Cultura, llevándolo a tener logros como tener contacto directo con el expresidente Juan Manuel Santos regalándole varias poesías que por él mismo fueron respondidas, en una intención de mostrarle inconformidades desde una perspectiva fraternal, literaria y no desde un colombiano indignado; una amistad con el escritor colombiano William Ospina, como un sueño cumplido al ser su ídolo desde niño; ser el ganador del concurso nacional de poesía en 2020 con ITA editorial, en el marco del paro nacional del 21 de noviembre de 2019, en donde tuvo su primera publicación en un libro físico. Puede verse publicado en el tomo ll del libro Paro Nacional 21N – Narrativa Cultural 100 autores. 100 relatos, 100 palabras; entre otros.
Actualmente mientras cursa su carrera, sigue escribiendo constantemente para no perder el amor, la disciplina y la pasión por la poesía. Participa en el colectivo MUKSU – Memorias Originarias con poesías y saberes ancestrales con diferentes pueblos indígenas de Colombia.Con el colectivo ha sido poeta invitado en el Festival Internacional de Literatura en Lenguas Originarias (FILLO) – 2021 y en el lV festival de Cafés Especiales de La Candelaria – 2022. Principalmente le escribe a la madre naturaleza haciendo alusión al respeto y el cuidado, como un mensaje para la sociedad. Del mismo modo a todas aquellas emociones y sentimientos difíciles de expresar.
POEMAS
SEYAWIN.
Nací aquí porque en algún momento fui Tierra. Fui abrigo para los que conocieron la
cerámica y las paredes de barro, reencarné en paja y serví de techo, serví para
avivar el fuego. Nací aquí porque fui casa, porque fui choza, ingenio, refugio,
evolución. Mis abuelos fueron cuevas, petroglifos.
A medida que el tiempo se hace interestelar, tiene ideas que hace efímeras; soy una
de esas ideas, soy una fugaz luz humana cuya alma es hídrica y se esparce como
complemento a las plantas. Ay de ti, bendita metamorfosis, que hiciste de mí techo
para cuidar generaciones y hoy, humano para merecer un techo.
Al barro rojo y amarillo que yace bajo el concepto de árido, hoy me le inclino para
pedir de su ser en las paredes de mi casa. Nuestra casa se llama Seyawin, aquí se
posan infinitud de pensamientos y sentimientos, aquí vienen los cantos de los
pájaros a hacer compases con el croar de las ranas y la sutileza de los oídos de la
naturaleza.
SOY UNA NIÑA AFRO.
Soy una niña afro,
mi piel oscura es fuerza, resistencia y escasez de miedo.
Juego con el sol a brillar: él lo hace amarillo arriba y me deja el turno para brillar
canela aquí.
Cuando mamá me hace trenzas,
los pájaros sobrevuelan sobre mí,
para transitar en los espíritus guías de mi pelo.
Soy una niña afro, que a veces sale a caminar de noche, a seguir mis sombras
lunares, a soltarme el pelo para que broten flores y agua para los niños de todos los
desiertos del mundo.
Soy una niña afro que masca coca, que se tiñe el rostro de achiote, que le tiene
pavor al silencio… No he pronunciado una palabra hace más de 9.000 días pero me
conecto con los árboles con mis colores.
Veo a todos mover los labios, mostrar los dientes, y a veces veo que sin razón
alguna.
He intentado hablar…
Pero no tengo boca, no tengo oídos; o bueno, sí. Pero no te escucho, no te puedo
hablar.
Soy una niña afro, y lo repito porque a veces olvido quién soy y el sol me quema,
vuelve a jugar conmigo pero rápidamente se esconde entre la caja de arreboles que
hay en el horizonte.
Soy metamórfica,
soy melómana,
Sé que canto y me gusta lo que canto.
Entonces bailo, porque mi música armoniza al cielo y llueve,
el aroma a petricor es mi alimento.
Soy una niña afro, que no puede hablar pero tiene un lenguaje,
que canta y baila para nunca callar,
que le teme al silencio, a la rutina de solo llorar.
No me trates con displicencia, acércate a mí y canta.
Deliro cuando tienes palabras en tu boca, que sueltas y no puedo escuchar.
FUTURO
Especulo futuros cercanos, con gente que ama a los animales y luego de ir a la
academia, tienen buena ortografía. Imagino que los girasoles ya son lunares, que
ahora son plateados y giran en torno a la luna llena cada mes, imagino que la lluvia
deja su egoísmo justificado en el clima y ahora se derrama sobre el África marrón de
sed y penumbra, también que dejamos de llamar «importante» a gente con más
responsabilidades que las nuestras y nos equiparamos siendo más humanos. Mi
imaginación tuvo que ser impía, veloz, instantánea y taciturna para pensar en que
mañana te dejarán tranquila los señores de la esquina cuando pases vestida como
quieras porque te gusta.
El mañana está aquí, más fuerte que los segundos suicidas que llegaron a burlarse
de nuestro tiempo perdido. El hoy se fue y nada hice, fueron miles de carcajadas
malévolas de segundos que me nombraban inútil. La verdad es que no tiene nada
de malo perderse algunas horas si lo que está frente a mí, son tus miradas.
Desde luego, es muy fácil imaginar, si me dejas soñar despierto viendo la perfección
de tus ojos. Desde luego, tus miradas son un elogio bien escrito, con letras lindas,
con puntos finales que fácilmente pueden ser suspensivos y llevarme a conocer más
de lo que el cielo tiene… Un jardín de curubas que florecidas, adornan tu nombre y
un sol que es afortunado por haberte visto darle decenas de vueltas.