Silvia Rosa
(Turín, Italia). Silvia Rosa nació en Turín, donde vive y enseña. Licenciada en Ciencias de la Educación, con especialización en Educación y Formación de Adultos y un Máster en enseñanza del italiano como segunda lengua, asistió al curso de cuentacuentos de la Escuela Holden. Sus textos de poesía y prosa están incluidos en diversos volúmenes antológicos, han aparecido en revistas, sitios web y blogs literarios y han sido traducidos al español, serbio, rumano y turco.
Entre sus publicaciones están: los poemarios Tutta la terra che ci resta (Vydia Editore, 2022), Tempo di riserva (Giuliano Ladolfi Editore, 2018), Genealogia imperfetta (La Vita Felice, 2014), SoloMinuscolaScrittura (La vita Felice, 2012), Di sole voci (LietoColle Editore, 2010 – II ediz. 2012); la antología Confine donna. Poesie e storie di emigrazione (Vita Activa Nuova, 2022), que ha concebido y editado; la antología foto-poética Maternità marina (Terra d’ulivi, 2020), de la que es editora y autora de las fotos; el ensayo de historia contemporánea Italiane d’Argentina. Storia e memorie di un secolo d’emigrazione al femminile (1860-1960) (Ananke Edizioni, 2013); el libro de cuentos Del suo essere un corpo (Montedit Edizioni, 2010).
Es subdirectora de la revista digital Poesia del nostro tempo, redactora del periódico online NiedernGasse, colabora con la revista Margutte, con el anuario de poesía Argo y con el diario Il Manifesto. Se ha ocupado del proyecto de traducción poética y entrevistas a algunos autores argentinos, titulado Italia Argentina ida y vuelta: incontri poetici, publicado en 2017 en e-book (edizioni Versante Ripido e La Recherche). Es una de las creadoras del proyecto Medicamenta – lingua di donna e altre scritture, que propone una serie de lecturas, eventos y talleres dirigidos a mujeres italianas y extranjeras, trabajando desde una perspectiva psicopedagógica y de género con sus narraciones e historias de vida. Dirige talleres de poesía utilizando metodologías autobiográficas y de terapia poética, sobre los que ha escrito para la revista Poetry Therapy Italia.
POEMAS
OTRA PRIMAVERA
El joven cuerpo robusto, nutrido
los cabellos habitados por cuervos dentro de un nido
de rizos: ¿Cuánto tiempo ha pasado? me pregunto,
desde que eras un cachorro flaco, petulante,
con palabras gráciles en vez de manos inquietas,
aquellas que ahora tienes en las caderas de tu esposa,
juventud cegadora que envidio ―un capullo―,
por primera vez veo la marca de las estaciones
en el rostro de los demás, me doy cuenta de estar más allá
de los años de pulpa roja para morder, soy el fruto
en el suelo, ahora, y observo las flores crecer en otro lugar:
mi primavera es una pálida ofrenda a un sol
indiferente, soy yo ahora la mujer que
no vale la pena. Menos mal, me digo, a
esta altura no tengo más vértigos,
te dejo a ti y a tu bella la cumbre desde donde
de repente, inevitable, llega la rendición,
el declive de los días. Después es solo cuestión
de sombras para aprender de memoria,
para no tener miedo a nada.
QUÉ DESPERDICIO ESTA COTIDIANIDAD
Qué desperdicio esta cotidianidad
vaciada de ternura, desnuda
piedra que nos rebota en contra, mirada
de horizonte domesticado seco
(y yo que construía
geometrías golosas de palabras
para hacer menos soso
el golpeteo mecánico
de la lengua contra los dientes,
al modo de los niños
intentaba el juego repetido
―serio― de apretarse
ahora y siempre como si
no hubiese una secuela)
qué desperdicio la muerte blanca muda
de un día para otro idéntico de pequeñas
luciérnagas de felicidad intermitentes, aplastadas
en la oscuridad de un tiempo tan distraído que
incluso la banalidad de la nada
tendría quizás un sabor menos mezquino.
AQUELLA VEZ
Aquella vez que el sol
cayó al suelo
con un disparo de voz
dentro de su propia luz
golpeado fuerte, parecían
luciérnagas las astillas
que me caían entre los cabellos
atados en un nudo,
parecía el fin de un mundo
pero luego la vida se reanuda ―así dicen―
solo que menos luminosa y
un poco más fría, incomoda,
la voz vuelve a sus silencios
confabulando con las sombras, vuelve
para no decir para decir a medias
para hacerse viento ligero entre las nubes
que desde aquella vez me siguen
atentas, en fila
no entendí si en un cortejo fúnebre
o para darme la ilusión de ser aún
una esposa aún la misma de antes
―a la espera siempre― aún viva.