Gloria Posada
(Medellín, Antioquia – Colombia, 1967). Escritora, artista plástica, antropóloga, investigadora y curadora. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés y árabe. Asimismo, han sido divulgados en diferentes periódicos, revistas y antologías, entre ellas es significativa la Antología de la Poesía Latinoamericana del siglo XXI. El turno y la transición, compilada por Julio Ortega y publicada por Siglo XXI editores en 2001. En 1992 ganó el Premio Nacional de Poesía Joven del Instituto Colombiano de Cultura con el libro Oficio divino, publicado por esa institución. En 1991 obtuvo el segundo premio en el Concurso Nacional de Poesía Carlos Castro Saavedra realizado por la Alianza Colombo Francesa en Medellín, al igual que la Beca para Creadores Jóvenes de Colcultura. En 1990 fue finalista del Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus con el libro Vosotras, editado en 1993 por la Colección Autores Antioqueños de la Gobernación de Antioquia. En 2000 Ojo Editorial de Medellín publicó La cicatriz del nacimiento. Con el libro Naturalezas obtuvo en 2002 Mención Honorífica en el Premio Hispanoamericano de Poesía Casa de las Américas (Habana, Cuba). En ese mismo año ganó la Beca de Creación Individual del Ministerio de Cultura de Colombia en el área de Poesía con el proyecto Lugares. En 2004 le fue otorgada la residencia artística Colombia-México, del Ministerio de Cultura de Colombia y el Fonca/Conaculta de México. En 2006 Ediciones Sin Nombre en México publicó el libro Naturalezas. En los últimos años la Universidad Veracruzana editó en México en 2013 Bajo el cielo. Antología poética 2011-1985 y Del Centro Editores Madrid y el Proyecto Transatlántico de Brown University, dirigido por Julio Ortega, publicaron en 2017 Aire en luz. Muestra de poesía 2016-1985. En 2016 fue invitada a la campaña #DescanseEnPazLaGuerra la cual convocó a distintos poetas del país a escribir epitafios sobre la guerra, este evento fue organizado por el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional de Colombia y la Casa de Poesía Silva. Asimismo ha sido investigadora de situaciones y estéticas urbanas, articulista de Esfera Pública, del periódico Arteria, de las revistas La Hoja y Universidad de Antioquia, y jurado evaluador de la publicación de libros de poesía para la Editorial de la Universidad de Antioquia. También ha sido curadora, directora, coordinadora y realizadora de eventos como el Salón Regional de Artistas Centroccidente del Ministerio de Cultura de Colombia y de la exposición Patrimonio en Medellín del Museo de Antioquia. En relación con todo esto, ha creado y producido desde 1989 como artista, obras con la naturaleza, microhabitats, instalaciones, intervenciones en espacio público y acciones urbanas con comunidades vulnerables como niños trabajadores de Bogotá, desplazados de Sabanalarga –Antioquia– por la represa Hidroituango, y recicladores de barrio Triste en Medellín. En el año 2019 recibió el Premio Referentes en el Área de Artes Plásticas, por parte de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Medellín. Finalmente, se ha desempeñado como docente de humanidades y artes plásticas en distintas universidades de Medellín y Bogotá, ha sido tallerista de procesos de sensibilización artistica para jóvenes y niños, y ha dictado talleres de literatura.
Poemas de Gloria Posada
Del libro inédito Lugares (1999-2019)
Morada
Techo y suelo
paredes cierran
aire circunda
De sala a alcoba
baño a cocina
pasillo a ventana
Refugio
derrumbe
límite o puerta
vacío
materia
me habitan
Voy y vengo
por un piso
que creo firme
Trazos
Líneas se distancian
o superponen
Huellas se cruzan
Dibujos
letras
espacios vacíos
Silencios
en papel o voz
Bajo cambios del tiempo
pensamiento
acto
palabra y omisión
En sucesión de horas
se erigen límites
de lo decible
Lejana luz
Tormenta
no deja ver estrellas
Fulgor traspasa
profundidad de océano
savia del árbol
oscuridad de sangre
capas en Tierra
y piel
Intersticios
Lumbre se desvanece
en oquedad
rastros guardan pasado
Fisuras en calles
muros
rostros
Heridas en hojas
y piel
Trayectos abren tierra
Respiraciones se cruzan
Compartimos aire
sus residuos
Continuidad
Cada calle conduce
a otra calle
a una casa
cama o mesa
Salida del sol
anuncia un nuevo día
Transparencia o penumbra
se cruzan
A palabra
precede silencio
Sucesión de horas
es sueño
despertar
muerte
construcción de la memoria
Lenguaje nombra
lo que no existe
Distancia
continúa rumor
de las cosas
Jornada
Todos los días
otro
Sucesión o ruptura
avatares de sueño
y despertar
¿Qué luz señalará
un camino del encuentro
Qué sombra indicará
la separación?
Nichos
Corazón
crisol primigenio
latido del mundo
Capullo
delimita aire
es preludio de luz
Lo frágil
construye refugios
enfrenta devastación
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Artículo de Gloria Posada sobre Raúl Gómez Jattin, para el libro «El dios que adora-80 años de Raúl Gómez Jattin», Ulrika, 2025
Ante Raúl:
Ser todos y al mismo tiempo, nadie
Por Gloria Posada
I
La primera vez que supe de la existencia de Raúl Gómez Jattin fue en el evento “La poesía tiene la palabra” organizado por la Casa de Poesía Silva bajo la dirección de María Mercedes Carranza en el Palacio de Exposiciones de Medellín en 1989. Gómez Jattin leyó poemas de amor junto a Juan Manuel Roca, Darío Jaramillo Agudelo y otros representativos poetas del país. Yo tenía 22 años, y me conmovió profundamente el recital que convocó masivamente la asistencia de los espectadores, en una época atravesada por el poder del narcotráfico y su violencia en las calles de la ciudad.
Aún no existía el Festival Internacional de Poesía de Medellín y reunirnos tantas personas a escuchar poemas de amor, fue una experiencia significativa y conmovedora que tuvo grandes implicaciones estéticas. Ver a Raúl Gómez Jattin en el escenario, con la expresión poderosa de su cuerpo y la potencia de su voz que le imprimía un gran carácter a sus poemas, fue algo memorable. Su poesía quedó como una impronta en todos nosotros, especialmente estos versos que empezamos a recitar en nuestra intimidad, como un testimonio desgarrador que se ofrenda:
Si las nubes no anticipan en sus formas la historia de los hombres
Si los colores del río no figuran en los designios del Dios de las aguas
Si no remiendas con tus manos de astromelias las comisuras de mi alma
Si mis amigos no son una legión de ángeles clandestinos
Qué será de mí [1]
Al poco tiempo la ciudad volvió a convocar a Gómez Jattin, esta vez en el auditorio de la BPP, y también fue impactante su presencia, su lectura performática donde desplegó su conocimiento teatral y su talento como actor. En cada poema escuchamos un testimonio de su vida, de su entrega a las palabras, de las múltiples identidades generadas entre los acontecimientos y la ficción. Al finalizar la lectura, una joven le pidió que leyera “Micerino”, el poeta le dijo que no tenía el libro Hijos del tiempo (1989), entonces ella se lo entregó, y escuchamos la historia del faraón que navega entre nenúfares bajo los ibis del cielo, y se pregunta si la pirámide que recibirá su cuerpo ante la muerte, estará lista a tiempo… Al terminar Goméz Jattin se dispuso a salir de la sala, la muchacha solicitó la devolución del libro, pero él le respondió con su voz impetuosa: “Es mío, yo lo escribí”.
Estar ante Raúl fue y es una experiencia prodigiosa, no sólo por la calidad literaria de su obra, por el espectro de las significaciones que adquieren las palabras al conjugarse en nuevos contextos, y la intensidad emocional de sus poemas que penetran la psiquis de sus lectores; sino además por la imponencia de su personalidad, la trama de su vida, su génesis y final. Y es que al igual que en José Asunción Silva y Porfirio Barba Jacob, el aura que rodea cada existencia es indivisible de la poética de la creación.
II
En Gómez Jattin hay una transparencia, una entrega de la vida a la poesía, un ímpetu que revela una verdad visceral y desgarrada que va más allá de cualquier artificio o invención. Milcíades Arévalo, quien fue testigo de su vida, sus escritos y su amistad, plantea sus intrincados caminos:
Era un panteísta exuberante, vital y dionisiaco, que cantó y bailó en las riberas del río Sinú transformando a todos los seres, desde la gallina al hombre, en dioses. En ese color de mango maduro que recorre estos versos alivia la persistente tendencia a la tristeza y a la desolación de un hombre que vacila sin cesar entre un futuro en el que no acaba de creer y un pasado que lo invita siempre a la nostalgia y a la deploración de lo perdido. [2]
La palabra en él es transgresión de todo límite, conquista de nuevos territorios, unión con otros cuerpos, desamparo que enuncia el amor. Y ante las puertas que abren sus libros, surge la pregunta: ¿Qué nos hace humanos? El poeta al abrazar su sombra encuentra su lámpara.
Cada uno se sitúa ante Raúl, somos lectores, testigos o jueces. Santiago Mutis, otro de los amigos-ángeles clandestinos del poeta, fue uno de sus primeros editores y testigo de las vicisitudes de su existencia. El libro Dicen de ti (2003) de su autoría, es un extenso poema que plantea una conversación con Gómez Jattin, narra su vida y pasión, y está escrito en el mismo tono de su desmesura.[3] Entre la ironía y la épica, se vislumbran los afectos, el duelo por el amigo y la sátira frente al ser humano o al personaje que se debate entre la realidad y la ficción:
[…] Para muchos, eras / una pedrada en los dientes // una bestia / una pobre bestia / lastimada /que sentía el triturar de las ruedas del molino / que mueven también al mundo / y al Cielo / con sus alas de hambre y fuego / tan parecidas a ti
Dominante, orgulloso / como un dios / ebrio / de miserable carne / tampoco creías en nada / que no fuera de comer / Cuando la sangre / era un manto / de estrellas / nunca te vi de rodillas / beber agua pura
Te iluminaba una corona ardiente // desdentado / como un ángel / en el lodo
Eras un salvaje / a veces ciego / a veces inocente / casi siempre impuro
Te quebraron las rodillas / y en tu catre de enfermo viste el cielo / y la tierra / y sobre todo el infierno [4]
En otros momentos del texto, Mutis describe aspectos biográficos y también señala con humor las invenciones sobre Raúl como personaje de la cultura popular de Cartagena, sus contradicciones, su vida en las calles, la exposición a los elementos de la naturaleza en el Parque San Diego, las cicatrices de sus heridas, el asilo en los hospitales de caridad, el poeta despedazado por la siquiatría. Y frente a todo esto, se descifra el horror de no ser un niño y la paradoja de la relación con la madre, que oscila entre el amor por el origen en el vientre y el desamparo por la entrega a los avatares del sufrimiento, como antesala de la muerte. Así lo afirmó Gómez Jattin en el poema “El Dios que adora”: “[…] Porque mi madre me abandonó cuando / Precisamente más la necesitaba”
Este poema describe el pueblo, la solidaridad de los vecinos, el compadre y el bautizo de sus hijos, los pájaros, la lluvia, la intemperie en el alma, el habitar las calles, la búsqueda errante. Y en conjunción con las ramificaciones de esta vida, abre una dimensión a la otredad: “[…] Porque no soy bueno de una manera conocida”. Así, concluye Gómez Jattin esta memoria de su existencia, entre el sufrimiento, la lucha contra el hambre, la poesía como redención, y el eco de otros textos suyos donde le tira piedrecillas al cielo:
[…] Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad
Porque, sobre todo
respeto sólo al que lo hace conmigo
Al que trabaja
cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte [5]
El libro de Santiago Mutis, Dicen de ti, se convierte en un correlato y a veces una contraparte de los testimonios sobre la vida de Raúl Gómez Jattin, narrados por Milcíades Arévalo, Vladimir Marinovich, Heriberto Fiorillo, José Antonio de Ory, entre muchos otros documentos que construyen su biografía, la infancia en Cereté, la fragilidad por el asma, la exaltación de los sentidos y de la sexualidad, la precocidad del niño en la exploración de su cuerpo, la apertura de la percepción, la vida contemplativa y al mismo tiempo la rebeldía de la transgresión. Y en estos relatos, está el paisaje del Caribe, el sol, el río, las plantas y los animales, las maneras de hablar y relacionarse, los lazos filiales con sus afinidades y antagonismos, los padres que son el amparo de la infancia y la abuela “[…] que me esquilmaba el pan / ese monstruo mitológico / con un vientre crecido” [6] que incluso lo obligaba a usar pantalones de paño inglés bajo el sol de Cartagena.
Pero hay otros recuerdos de la infancia, como las lecturas de Porfirio Barba Jacob y Luis Carlos López junto a su padre, además de diferentes autores de la vasta biblioteca familiar, la más completa y significativa de Cereté. Estos poetas junto a Whitman, Borges, Cavafis, Paz, Mutis y Jaramillo Escobar, serán presencias tutelares a lo largo de toda su vida, hasta desencadenar en sus últimos años, alucinaciones donde Luis Carlos López y Raúl Gómez Jattin, sostienen conversaciones generadas por la esquizofrenia y el consumo de alucinógenos.
Sin embargo, no sólo la literatura influyó en el tono, el énfasis y la contundencia de su poesía, también hay rasgos de la cultura de la Costa Caribe como la tradición oral, la cuentería, lo conversacional y todos los atributos de la cotidianidad, que caracterizan la relación con los vecinos y los vínculos que generan el sentido de comunidad. Por ello, es notable cómo los palabreros guajiros resuelven conflictos desde sus capacidades oratorias y argumentativas, donde se evidencia el conocimiento de sus pueblos, de sus valores, creencias y luchas. Y tal vez, todo esto generó también en Gómez Jattin el talento para el teatro, caracterizado por la encarnación de personajes, la conciencia del cuerpo, la escenificación de historias y dramas, donde el actor disuelve su “yo” en las identidades de los otros, en las memorias de épocas pasadas, presentes o futuras. En el poema “Ellos y mi ser anónimo” se expresa esa pluralidad de máscaras para la interpretación, que como alteridad termina interrogando a la nada:
Es Raúl Gómez Jattin todos sus amigos / Y es Raúl Gómez ninguno cuando pasa / Cuando pasa todos son todos / Nadie soy yo / Nadie soy yo // Por qué querrá esa gente mi persona / si Raúl no es nadie / Pienso yo /Si es mi vida una reunión de ellos / que pasan por su centro y se llevan mi dolor // Será porque los amo / Porque está repartido en ellos mi corazón // Así vive en ellos Raúl Gómez / Llorando, riendo y en veces sonriendo / Siendo ellos y siendo a veces también yo[7]
Carlos José Reyes, quien dirigió el grupo de teatro de la Universidad Externado, donde antes de ser poeta, Gómez Jattin fue actor; diferencia el trabajo solitario de la poesía frente a los colectivos teatrales [8]. Esta distinción es cuestionada por la obra Cabaret J’aime. Hice de la poesía un crimen perfecto, ¿le parece poco? del Teatro Matacandelas, a partir de los poemas de Jaime Jaramillo Escobar, X-504.
El cabaret une poesía, teatro y música, en una puesta en escena con elementos escenográficos de gran calidad plástica, que recorren múltiples momentos de la vida y escritura de Jaramillo Escobar. La carta enviada por él a Raúl Gómez Jattin, es interpretada en un monólogo por Tatiana Restrepo, actriz emblemática del grupo, que de manera impetuosa y visceral pronuncia cada frase, y así honra a los dos poetas. Cabaret J’aime fue estrenado en septiembre del año 2022, con la recomposición dramática y dirección escénica de Cristóbal Peláez González. En esta obra se genera un campo expandido donde confluyen diversos lenguajes artísticos, y Gómez Jattin vuelve a los escenarios teatrales 28 años después de su muerte, aunque para ser exactos, nunca salió de ellos, siendo la calle y la intemperie su último acto.
III
Los biógrafos de Gómez Jattin nos presentan las vivencias de las culturas árabe y europea heredadas de los progenitores, y su definición en el bautizo como Raúl del Cristo, nombre que anuncia las encrucijadas de sus últimos poemas publicados póstumamente bajo el título El libro de la locura (2000), donde el poeta desde la esquizofrenia, la adicción a las drogas, la desnutrición y el delirio, enfrenta un diálogo espiritual con lo divino y lo demoníaco.
El infortunio, la conciencia de ser “echado del paraíso” que fue materializado en el amor y cuidados recibidos en la infancia, enfrentan un conjuro constante de los brujos negros y los brujos blancos, como alteregos, voces que combaten por su alma. Los padres y los hermanos, aparecen como personajes transfigurados, para conspirar contra el poeta que se resiste al sacrificio. Lo sublime expresado en otros libros, termina como preludio de la muerte.
Pero hay otra dimensión anatómica de la locura, un lugar donde habita y por ello puede ser silenciada: “ […] Los brujos negros entraron en su cerebro / Con finísimos escalpelos tasajearon dentro de él /“Eres mujer” gritaban y reían / Sintió un gran dolor en su cabeza / Rogó toda la noche mas no fue escuchado / “Estamos haciendo una cirugía / Cuando acabemos serás otra persona” / Dolíose infinitamente de su pena / Mas los brujos negros continuaban / cortando y saqueando / Al amanecer se sintió aliviado / Le habían cercenado algo dentro de su cráneo // “Te estamos ayudando a dejar de ser […] ” [9]
El poema evoca La extracción de la piedra de la locura, elaborada por El Bosco entre 1501 – 1505, según la datación del Museo del Prado. La creencia medieval de que la locura era causada por una piedra que debía ser extraída, y “cirujanos” se ofrecían para eliminarla; es satirizada por El Bosco en la simbología de la pintura, y evidencia que para el artista, la locura estaba en ellos y no en los pacientes.
Asimismo, en La nave de los locos realizada entre 1503 y 1504 (aprox.), El Bosco insiste en las críticas sociales a sus contemporáneos, representándolos en una nave a la deriva, sin proa ni popa, mientras hombres desnudos nadan alrededor y el clero se entrega al juego de cartas, la gula y la lujuria, en una hermandad entre vicios y demencia. Esta pintura se inspira en La nave de los necios o La nave de los locos, narración versificada sobre los locos, necios y pecadores que abordan una nave en busca de una patria que no existe. Escrita por el teólogo, jurista y humanista Sebastian Brant y publicada en 1494, dos años después del arribo de Europa a América; reúne prácticas de la sociedad medieval donde los locos eran aislados e incluso embarcados sin posibilidad de ser recibidos en otros puertos, y así, su único destino era el naufragio.
Las asociaciones entre las metáforas del Bosco y las de Raúl Gómez Jattin, se extienden al hombre-árbol pintado y al poema “Pequeña elegía”:
Ya para qué seguir siendo árbol / si el verano de dos años / me arrancó las hojas y las flores / Ya para qué seguir siendo árbol / si el viento no canta en mi follaje / si mis pájaros migraron a otros lugares / Ya para qué seguir siendo árbol / sin habitantes / a no ser esos ahorcados que penden / de mis ramas como frutas podridas en otoño [10]
El hombre-árbol es la figura principal del Infierno del Bosco, poblado de sombras y de híbridos entre especies animales, vegetales y seres humanos. Este personaje surge por la simbiosis de un hombre con el tronco de un árbol y la cáscara de un huevo, que alberga en su interior un burdel. Las ramas de las piernas están secas y sus pies son dos barcas de madera que flotan inestables sobre el agua y sostienen todo el cuerpo, rodeado de personas desnudas y objetos como símbolos de los condenados. Ellos se quedan quietos o van sin rumbo porque no hay a donde ir.
Las relaciones creadas entre el artista y el escritor continúan en el poema “Me defiendo”, donde se unen el árbol, el loco y el cielo: “[…] Antes de derribarlo / Valorad al loco / Su indiscutible propensión a la poesía / Su árbol que le crece por la boca / con raíces enredadas en el cielo // Él nos representa ante el mundo / con su sensibilidad dolorosa como un parto[11]
Raúl creó su propio Jardín de las delicias con los estratos de sus edades, su infancia, juventud y vejez. El tríptico realizado por El Bosco entre 1490 y 1500 (aprox.), tiene puertas donde se escenifica el tercer día de la creación del mundo, la separación de las aguas y la tierra. Al abrirlas se entra a la historia bíblica como si la pintura fuera un libro. El panel izquierdo revela el Paraíso Terrenal, con la representación de la historia del pecado original que ocasiona la caída de Adán y Eva. En la tabla central se desarrolla la vida en la tierra, donde hombres y mujeres se cortejan, y viven su mortalidad en medio de tentaciones que incitan a la desmesura. En el panel derecho está el Infierno con el hombre-árbol como imagen central, rodeado de escenas que encarnan el castigo de los siete pecados capitales, los cuales subvierten el mundo conocido para descubrir su revés, sus monstruosidades y condenas.
En estas etapas de paraíso, vida en la tierra e infierno, vemos en Raúl Gómez Jattin la pérdida de lo idílico ante los avatares de la existencia y su declive final, donde la poesía es la única redención. Un día más de vida es la posibilidad de escribir otro poema: “como estos versos míos que le robo a la muerte”. La consagración a la palabra es la apertura de sus significados y cadencias, la exaltación de la alegría y el amor, pero también el consuelo de los que sufren.
IV
¿Qué es lo privado, la intimidad, lo público? Vivir en la calle es eliminar las diferencias, es estar ante la sucesión de los días y las noches, expuesto a la intemperie, al paso de los transeúntes, sentado o acostado bajo un árbol en un parque o en una acera. Es Comer, dormir y defecar ante los otros, recordar la condición biológica y las necesidades de subsistencia, lejos de la asepsia. Es tener las manos sucias, tratar de saciar el hambre y secarse el sudor. Es caminar con los pies descalzos, maltratados por el asfalto bajo el sol ardiente de Cartagena. Es olvidar la puerta que cierra la casa para separar lo individual de lo colectivo. En la calle no hay adentro.
Afuera, en los espacios públicos, supuestamente hay una libertad del ser y estar, pero se mendiga agua, alimento, una venda para las heridas, un refugio para la lluvia. Hay luchas por un pedazo de acera, se duerme bajo el cielo en territorios en disputa, en fronteras de la posesión. ¿Pudo Raúl cuidar de sí mismo? Tal vez vivió entre la soberbia intelectual, el anonimato del vagabundo y la visibilidad del autor ante los lectores de sus libros, o sólo existió bajo la marginalidad y la locura que le dieron otra identidad.
A pesar de sus condiciones, le rinde culto a la belleza, deambulando sin cédula de ciudadanía, con una vida contemplativa o enfrentando las batallas del día a día, en el desamparo del suelo desnudo. Muchos textos analizan su obra, crean un debate sobre la ficción y lo biográfico, el testimonio y la invención. O focalizan su mirada en el delirio causado por las drogas y la esquizofrenia, la agonía de las adicciones, o por el contrario, en la lucidez del poeta consciente de su cuerpo, del mundo, del cielo y la ciudad. Y evidentemente, en cada devenir las identidades no son fijas, las búsquedas se extienden, las palabras no tienen fronteras y constantemente se entrecruzan. Pero las preguntas sobre sus últimos días continúan hasta hoy, e indagan sobre su discernimiento de los límites del daño. Así se enfrentan con la pluralidad de caminos que coexisten en las incoherencias y paradojas de una vida. Ante esto, encontramos una respuesta: Raúl no escribe una poesía de la fragilidad.
Al parecer, se refugia en su memoria como lo dijo al final de su poema “Leopardo” publicado en Tríptico cereteano (1988): “Creo en el pasado como punto de llegada”. No leemos en sus escritos póstumos reunidos en El libro de la locura (2000) y Los poetas, amor mío… (2000), una exhibición del hambre o la sed, porque el lenguaje es su baluarte, su sostén frente a la gravedad de la tierra y las penurias de la intemperie. Es una poesía sin quejas, ni voces lastimeras, su identidad sigue estando en las palabras de la confrontación.
Al final, en su nomadismo, la calle es el gran escenario, pero tal vez, se despoja de todo personaje. En la intemperie encuentra su “yo” más desnudo, el cual va deshaciendo sus pasos hasta llegar a la nada, a la conciencia de ser nadie para abrazar a la muerte. Hay un testimonio, un desgarramiento, pero el poeta sigue en pie, se cae y se levanta, hasta que es atropellado. Cada poema fue una preparación para ese final ante el autobús que no alcanza a detenerse.
Su muerte en la Avenida Santander en Cartagena comparte un destino con Antoni Gaudí, atropellado por un tranvía en la Gran Vía de les Corts Catalanes de Barcelona el 10 de junio de 1926, cuando se dirigía hacia la Sagrada Familia. Por su apariencia y por estar indocumentado, Gaudí fue confundido con un mendigo, la guardia civil lo trasladó al Hospital de la Santa Creu donde murió a los 73 años de edad. Desde 1883, Gaudí diseñó y se hizo cargo de las obras de la basílica, dedicándose completamente a esta labor con un fervor místico y religioso. La construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia culminará en el año 2026, con la celebración del centenario de su muerte.
Al llegar a este lugar de la biografía de Raúl Gómez Jattin, el libro Hijos del tiempo (1989), trae a la memoria su consagración a la historia, los arquetipos y los mitos, con personajes cuyos atributos tejen una profunda relación con la muerte. Asimismo, Esplendor de la mariposa (1993) nos revela la metamorfosis de la vida que conduce a la muerte. Los poemas nombran el misterio donde cada ser inicia una búsqueda y se encuentra a sí mismo, como una revelación, “Cielo”:
Mañana seré libre / me dice el corazón / Mañana levantaré el vuelo / lejos de este lugar / encontraré el cielo / encontraré los ángeles / encontraré a Dios / ¡Qué va! no vas a / parte alguna / porque el cielo / lo llevas en ti [12]
María Zambrano nos recuerda cómo en el cristianismo, el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, la divinidad esta encarnada en cada uno de nosotros y en ese sentido, somos sus herederos. A diferencia de otras religiones politeístas como la de la Antigua Grecia, donde los Dioses combaten entre ellos y se aniquilan, en nuestra cultura “[…] el hombre ha matado a su Dios. En la persona del Hijo, ante el silencio del Padre que lo permitió”.[13] El Hijo fue crucificado, entonces de la experiencia de la mortalidad de Dios, de su sacrificio, se da el paso en el ser humano a la impotencia de ser Dios. Otro poema de Gómez Jattin donde encontramos esas ambivalencias de lo sagrado que se abre a distintas significaciones es “Pájaro”:
Tengo en la cabeza / un pájaro celeste / que anida en esta prisión / Tengo en ese pájaro /un ardiente corazón / Tengo en ese corazón / una frágil esperanza / de volar hacia Dios [14]
Finalmente, ese Dios que es invocado, reemplazado, cuestionado en su silencio o revelado en una epifanía para buscar la ascensión, es nombrado como “Dios terrible”:
El encierro es brutal / sin embargo, aquí / me acoge la comodidad / de un pan y un lecho / No tengo nada / de qué quejarme / y aunque hubiera / tampoco lo haría / Si no me quejo de tener / un Dios terrible en las entrañas / ¿por qué me dolería de mi encierro? [15]
Para María Zambrano, la muerte de Dios hace posible la comunión con él. En la hostia es representado como cuerpo y sangre, sacrificio renovado ante los humanos, entrega de su redención, y al ingerirlo forma parte de cada célula. En el Dios en las entrañas de Gómez Jattin encontramos un eco de Zambrano: “ “Dios ha muerto”. Se ha hundido otra vez su semilla, ahora en las humanas entrañas, en ese nuestro infierno, donde engendramos, cuando engendramos”.[16]
De esta manera, se llega a esa instancia de la vida en que lo borrado reaparece, y Dios vuelve a ser pensamiento e invocación, como la unión de fe, rebeldía y duda en Fernando González, o las pruebas de misticismo e iluminación que orientan el final de los días de Gonzalo Arango. La muerte es lo inefable, lo que se desconoce, el gran umbral de los desencarnados.
V
Carlos Monsiváis escribió un texto sobre el homoerotismo y su presencia en la literatura hispanoamericana, con especial énfasis en los escritores de América Latina.[17] El autor caracteriza así las manifestaciones de la alteridad, que ante la censura encuentran otras formas de experimentación, apertura de los umbrales de la percepción y transgresión de las normas: “Otra forma de emancipación o de independencia tiene que ver con la moral tradicional y sus distanciamientos, en primer término el concerniente a la autodestrucción por la bebida, la droga, el sexo…”[18] Y más adelante amplía el contexto de donde emergen los autores más contemporáneos:
En lo sexual, los «poetas malditos» sólo aparecen en el siglo xx y son
homosexuales ansiosos de expresar «la verdad de su amor verdadero». La
mera existencia de sus textos es un grave escándalo («Ya no hay moral»), y
el primer latinoamericano que desafía es el colombiano Porfirio Barba Jacob
(1883-1942) que, como se decía entonces, «no tiene temor de Dios».[19]
Los poetas más representativos que configuran esta disrupción frente a los valores tradicionales del género, la familia y la religión, son para Monsiváis, Federico García Lorca, Luís Cernuda, Emilio Ballagas, Virgilio Piñera, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer. En el ensayo se indaga sobre la manera en que estos autores dicen su verdad, y la respuesta está en sus poemas. Nuestro escritor cereteano está al lado de todos ellos, sus páginas se titulan “Raúl Gómez Jattin: la belleza de lo destruible” y es definido como “un poeta extraordinario”. También se plantea que “En Hijos del tiempo, el libro impecable de Gómez Jattin, Cavafis es la presencia Tutelar”.[20] En el texto tiene un lugar preponderante la cita del poema “Un probable Constantino Cavafis a los 19”, como testimonio de su homosexualidad. Este ensayo publicado en el año 2009, ratifica lo planteado por Monsiváis en el prólogo de Amanecer en el Valle del Sinú: antología poética / Raúl Gómez Jattin, publicado en el año 2004, y amplia las significaciones de los procesos culturales de disidencia, ante la homogeneización de la sociedad que busca sometimiento y control.
En otra dimensión de esta obra, la que concierne al género femenino, ellas tienen vínculos de parentesco donde se tejen historias de los afectos, dependencia de los cuidados o separaciones emocionales: La madre, la abuela, la hermana. También, el autor encuentra un horizonte de afinidades: la niña con quien juega, la actriz de teatro, la música que interpreta sus poemas como canciones, la gestora cultural que apoya y difunde sus libros. Además, en la infancia hay situaciones de complicidad en los inicios de las experiencias de la sexualidad: las empleadas domésticas. Finalmente, las lecturas crearon en el poeta un profundo amor a los mitos, a las tragedias griegas y a sus intensidades simbólicas: Las Hijas del tiempo.
Desde esta confluencia de acontecimientos el poema “Ella se lamenta” es inquietante, sobre todo para las mujeres que queremos ser mujeres: “Me hubiera gustado ser varón / para poseerte / Para darnos trompadas en señal de ternura / y de fidelidad // Para ponerme las botas de capataz / y cabalgarte desnudo / Para amenazarte con un revólver // Pero yo / Una mujer / Una simple mujer / ¿Qué puede hacer de memorable / en la prosecución de un amor?” [21] No se entiende bien si es una sátira a las identidades, que repite los estereotipos de una relación binaria donde cada sexo personifica un rol. Pero desconcierta la erotización de la violencia, ese condicionamiento y límite de una mujer para amar o ejercer su sexualidad, y el significado de la frase “Una simple mujer”.
En las lecturas de esta poesía, se encuentran otras relaciones con la sexualidad. La zoofilia es una presencia en la obra de Gómez Jattin, que muchos críticos eluden o asumen de una manera general como un rasgo cultural de la Costa Atlántica Colombiana, sin indagar en sus contextos específicos y sus implicaciones relacionales y psíquicas. Los poemas se publican, pero los análisis no los nombran, no los citan, y por ello se mimetizan en el paisaje de todos los versos.
Uno de los investigadores que estudia estas expresiones sexuales, que no han sido descritas por ningún otro poeta en la literatura colombiana, es Gabriel Alberto Ferrer Ruiz:
Lo grotesco en Héctor Rojas Herazo toma las formas de la geografía corporal, la náusea, la podredumbre, la enfermedad, las secreciones del cuerpo. En Raúl Gómez Jattin esta dimensión se manifiesta con la ruina, la decrepitud del cuerpo y en la zoofilia.[22]
En Raúl Gómez Jattin no hay límites para lo que puede ser dicho, expuesto o publicado. En el poema “El velero que pasa por un náufrago en sueños” habla de “tu voz genital” y es precisamente esa pulsión la que ejecuta los versos de diferentes periodos del autor, y específicamente los poemas sobre la zoofilia. Todo animal o planta, puede ser penetrado, no hay restricciones para la cópula. Aunque el autor dice que la pata, la gata y la marrana, huyen, pero otras hembras lo permiten… ¿De esta manera se posee al “otro”, en este caso a la fauna o la flora, desde una instancia de poder, supremacía y dominio? ¿En qué sentido se plantearía una “unión” de los seres o los cuerpos? Lo que en una sociedad puede ser aceptado como una práctica “normal”, en otra puede ser censurado. Entonces hay tradiciones que se perpetúan de generación en generación, pero una visión iluminada desde la lucha por los derechos de los animales, que los concibe como seres sintientes, sitúa el debate a otro nivel en las últimas décadas. Así continúa el análisis Ferrer Ruiz, desde la crudeza de los poemas:
Lo grotesco también toma forma en la zoofilia en la que encontramos igualmente el uso del lenguaje escatológico y de expresiones tabú: “La gallina es el animal que lo tiene más caliente / Será porque el gallo no le mete nada / Será porque es muy sexual y tan ambiciosa que le cabe / un huevo / Será porque a ella también le gusta que uno se lo meta / lo malo es que caga el palo” (104).
Mientras la sexualidad con mujeres y animales se describe de modo
grotesco a través de expresiones escatológicas y de un léxico tabú, la sexualidad con hombres se recrea sin estos elementos, desde un lirismo que raya en un erotismo igualmente desafiante frente a la sociedad, un erotismo que se deleita en la víspera y en el después del acto sexual y en los sentimientos internos de esta relación estigmatizados por la sociedad; incluso hay un dejo de nostalgia en la descripción del amor homosexual: “Eros íntegramente bello porque no toqué / tu cuerpo aunque tú lo querías y yo también / Pero antes de mi deseo estaba mi futuro” (“Ni siquiera una dulce noche”:141). El énfasis sobre la sexualidad con mujeres, hombres y animales refleja la imagen de lo que Bajtín (1999) denomina el cuerpo grotesco asumido en su todo y en sus límites. Los contactos sexuales descritos por el poeta exponen las fronteras entre el cuerpo y el mundo y entre los diferentes cuerpos. Bajtín asevera que lo grotesco se interesa por todo lo que sólo hace brotar y desbordar el cuerpo, por las ramificaciones que prolongan el cuerpo uniéndolo a los otros cuerpos.[23]
En la mitología griega, Zeus se transfigura en cisne, toro o lluvia de oro, así posee a Leda, Europa y Dánae, y procrea con ellas. En las descripciones de Gómez Jattin y en los hechos cotidianos de la Costa Caribe, son niños, adolescentes y hombres quienes poseen a las hembras de los animales, no hay una narración donde se penetre a un macho, pero en el poeta, hay amor y búsqueda de protección para el gallo destinado a ir a una pelea a muerte.[24] A diferencia del Caribe Colombiano, en el interior del país, en otras épocas, los adolescentes eran llevados por sus padres a prostíbulos, donde mujeres experimentadas los iniciaban en la vida sexual. Estas prácticas han ido desapareciendo con los movimientos de liberación femenina, y en la contemporaneidad las jóvenes asumen la autonomía de su sexualidad, sin la presión de ejercerla exclusivamente en el matrimonio.
En la zoofilia, el poeta llama a las cosas por su nombre, sin falsos pudores, reconociendo los hechos, incluso presentándolos como hazañas suyas y de sus amigos de infancia. Sobre las implicaciones de todo esto, se han realizado análisis más recientes, Agostina Silvestre,retoma a Ferrer Ruiz desde una visión de la psicología y los estudios de género:
La lectura de Raúl Gómez Jattin implica un desafío a los vestigios de cualquier moral, un agrietamiento de la matriz desde la cual quizás aún se entiende el sexo, la infancia, el placer, el amor. El autor relata con liviana cotidianeidad lo no-nombrable. Si la actividad sexual y la excitación en la infancia comienzan a ser asequibles por el discurso —en escasos ámbitos, con esfuerzo, con un criterio común preestablecido—, el sexo con animales a los seis años, relatado en primera persona desde una afectación alegre y añorante en un lenguaje escatológico, resulta una intensificación ya execrable.[25]
La autora no pone los hechos en una balanza moral, los presenta ante una sociedad que separa lo privado y lo público, lo que se comparte, se cuenta y se exhibe, y lo que se reserva ante los demás como algo que puede ser repugnante o depravado. Lo que no es claro, es si la zoofilia puede interpretarse como una forma de disidencia frente a los imperativos morales de la sociedad hegemónica, y qué afectividades implica de manera unilateral, o si en conclusión, es una violación de las hembras animales que no se han ofrecido ni buscan este tipo de contactos con los seres humanos [26]. Los activistas por los derechos de los animales, ya han rescatado hembras de orangutanes en Asia, sometidas en burdeles a la explotación sexual, donde son encadenadas a las camas. Asimismo, en el norte de Europa, las perras son amarradas y silenciadas con un bozal para ser violadas, y esto se realiza en establecimientos que lo permiten, mientras los usuarios legitiman los hechos como una “nueva” identidad sexual. ¿Asistimos a una sexualidad desbordada donde se trafican personas y animales, y el sometimiento del otr @ ha transgredido todo límite?
En muchos de sus libros Raúl Gómez Jattin honra con su lirismo, la belleza y majestuosidad de la naturaleza, la dignidad de las relaciones con los amigos, la sensualidad fervorosa de su homosexualidad, el cuerpo de sus amantes. Y en todo ello, hay una renovación de los temas, lenguajes e intensidades asumidos por la poesía colombiana. Sin embargo, en otros poemas exalta con desparpajo la objetualización de l@s otr@s, en una poesía de los excesos donde la falta de contención inunda todo a su alrededor. En diversos sentidos, el falocentrismo toma posesión del territorio y de quienes lo habitan.[27]
Bibliografía
Gómez Jattin, Raúl. Amanecer en el Valle del Sinú. Antología poética. Fondo de Cultura Económica, Bogotá, Colombia, 2010.
Monsiváis, Carlos. “Prólogo”. En: Gómez Jattin, Raúl. Amanecer en el valle del Sinú. Antología poética. Fondo de Cultura Económica, Bogotá, Colombia, 2010.
Monsiváis, Carlos. “De la marginalidad sexual en América Latina. Hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos”. En Debate Feminista, Vol. 40 (OCTUBRE 2009), pp. 127-145. Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, D.F.
Mutis, Santiago. La esbelta sombra. Universidad Externado de Colombia, Colección Un Libro por Centavos, Bogotá, Colombia, 2009.
Fiorillo, Heriberto. Arde Raúl: la terrible y asombrosa historia del poeta Raúl Gómez Jattin. Panamericana, Bogotá, Colombia, 2003.
Zambrano, María. El hombre y lo divino. Breviarios Fondo de Cultura Económica, México, D.F, 1986.
Ferrer Ruiz, Gabriel Alberto. “Poética e identidad en Raúl Gómez Jattin”. En Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 14 Julio-Diciembre de 2011, Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia.
Silvestre, Agostina. “Raúl Gómez Jattin y el placer como disturbio de la economía afectiva cis-hétero- normativa”. En “Poesía Contranormativa y Afectividad Queer”, Revista Heterotopías del Área de Estudios Críticos del Discurso de FFyH. Volumen 3, N° 5. Córdoba, Argentina, junio de 2020.
Villamizar, Natalia. “Poeta y sujeto lírico: La construcción del yo en los poemas de Raúl Gómez Jattin”. En Inti: Revista de literatura hispánica, Número 89, Universidad de Brown, Providence, EEUU, 2019.
Cadavid, Jorge. “La historia desde el mito.Hijos del tiempo. Raúl Gómez Jattin”. En Boletín Cultural y Bibliográfico. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Bogotá, Colombia, Vol. 27, núm. 23. 1990.
Festival Internacional de Poesía de Bogotá. “Raúl Gómez Jattin: Poemas” https://www.poesiabogota.org/raul-gomez-jattin/
www.laotrarevista.com
Rodríguez, Haroldo. Raúl, Sol y Luna. Documental. 1999. Raúl, Sol y Luna (1999) Dir. Haroldo Rodríguez
Aguilar, Juan Domingo. “6 poemas de Raúl Gómez Jattin”
https://www.zendalibros.com/6-poemas-de-raul-gomez-jattin/
Durán, Eva. “Descansa Raúl”. s.f. https://www.arquitrave.com/arquitraveantes/poetas/Raul_Gomez_Jattin/Jattin_Eva_Duran.htm
[1] Tomado de la página web del Festival Internacional de Poesía de Bogotá. La página crea un contexto sobre la biografía de Raúl Gómez Jattin (Cartagena-Colombia, 1945 – 1997), y al final enumera sus libros publicados: “Poemas (1980); Del Amor (1982-1987); Tríptico cereteano (1988); Hijos del tiempo (1989); Amanecer en el valle del Sinú (Antología poética 1983-1989), (2006 y 2015); Esplendor de la mariposa (1993); Poesía 1980-1989 (Antología 1995); Libro de la locura (2000); y Los poetas, amor mío… (2000) ambos libros póstumos. En 2018 Mattos Omar publica Acerca de OEdipus, recopilación de textos inéditos del poeta”. https://www.poesiabogota.org/raul-gomez-jattin/
[2] www.laotrarevista.com
[3] La primera edición de Dicen de ti fue publicada por la Universidad de Antioquia (2003), y una segunda edición fue realizada por la Universidad Javeriana (2018) con prólogo de Laura Restrepo. Un fragmento del poema fue publicado en el libro La esbelta sombra, por la Universidad Externado de Colombia, (2009).
[4] Estos párrafos del libro Dicen de ti de Santiago Mutis, pertenecen a La esbelta sombra y son secciones de las págs. 26, 27, 28, 32 y 35. Universidad Externado de Colombia, Colección Un Libro por Centavos, Bogotá, (2009).
El libro más conocido del poeta es Amanecer en el Valle del Sinú: antología poética / Raúl Gómez Jattin, con prólogo y selección de Carlos Monsiváis, Ediciones Fondo de Cultura Económica. Esta es la historia editorial del título 1ª ed. (FCE-Colombia), 2004 – 8ª reimpresión (FCE-Colombia), 2022. Para esta investigación consulté la edición del año 2010.
Ambas antologías seleccionan una muestra representativa de los libros del autor, pero difieren en la versificación de los poemas. Por ejemplo, el Fondo de Cultura Económica publica así estos versos:
Soy un dios en mi pueblo y mi valle
No porque me adoren Sino porque yo lo hago
Y la Universidad Externado los diagrama así:
Soy un dios en mi pueblo y mi valle
No porque me adoren
Sino porque yo lo hago
Estas diferencias en el diseño del espacio de las frases están presentes a lo largo de los dos libros, lo cual implica ritmos y pausas distintas para el lector. ¿Cuál es la versión correcta? Ambas antologías fueron publicadas años después de la muerte del autor.
[8] Haroldo Rodríguez. Raúl, Sol y Luna. Documental realizado en 1999 donde se entrevistan a varias personas cercanas a Raúl Gómez Jattin, entre ellas Carlos José Reyes.
[10] https://www.zendalibros.com/6-poemas-de-raul-gomez-jattin/
[12] Ibíd., pág. 52.
[13] María Zambrano. El hombre y lo divino. Breviarios Fondo de Cultura Económica, México, D.F, 1986, pág. 147.
[16] Zambrano, pág. 151.
[17] Carlos Monsiváis. “De la marginalidad sexual en América Latina. Hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos”. En Debate Feminista, Vol. 40 (OCTUBRE 2009), pp. 127-145. Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, D.F. A pesar de ser publicado en una revista de lineamientos feministas, ninguna mujer es citada o analizada en el ensayo. Este campo de investigación hacia la sexualidad femenina no binaria, se ha expandido en la última década.
[18] Ibíd., pág. 127.
[19] Ibíd.
[20] Ibíd., pág. 137.
[21] Raúl Gómez Jattin. Amanecer en el Valle del Sinú: antología poética. Prólogo y selección de Carlos Monsiváis, Ediciones Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2010, pág.80.
[22] Gabriel Alberto Ferrer Ruiz. “Poética e identidad en Raúl Gómez Jattin”. En Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica No. 14 Julio-Diciembre de 2011, Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia, pág. 154.
[23] Ibíd., pág. 156.
[24] Véase “Veneno de serpiente cascabel”. En Raúl Gómez Jattin. Amanecer en el Valle del Sinú: antología poética. Prólogo y selección de Carlos Monsiváis, Ediciones Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2010, págs.54-55.
[25] Agostina Silvestre. “Raúl Gómez Jattin y el placer como disturbio de la economía afectiva cis-hétero- normativa”. En “Poesía Contranormativa y Afectividad Queer”, Revista Heterotopías del Área de Estudios Críticos del Discurso de FFyH. Volumen 3, N° 5. Córdoba, Argentina, junio de 2020, pág. 14.
[26] Es importante diferenciar a las hembras que entran en celo y sólo son receptivas sexualmente en ese período, de los homínidos y específicamente de los humanos que están en capacidad de tener relaciones sexuales en cualquier momento.
[27] Una crónica sobre algunos aspectos de la relación de la obra de Raúl Gómez Jattin con las mujeres, puede consultarse en Eva Durán. “Descansa Raúl”. s.f. https://www.arquitrave.com/arquitraveantes/poetas/Raul_Gomez_Jattin/Jattin_Eva_Duran.htm


















