Héctor Freire
Adiós a un poeta esencial de este y el otro mundo
En memoria del querido poeta argentino Héctor José Freire, quien nos acompañó en nuestras aventuras bogotanas en dos ocasiones, primero en el Festival, en el año del homenaje al poeta colombiano Fernando Linero en 2016 y luego en las IX Jornadas Universitarias de Poesía en 2017, sin dejar de mencionar su colaboración en distintos números de la revista Ulrika y en los Festivales virtuales de la pandemia, saludamos al maestro a través de sus textos. Queda su legado en la esencia de una poesía que va más allá de este mundo, su mirada nos lleva a los caminos del cine de la mano con la poesía, para quedar despiertos, atentos, asombrados, por la luz que siempre se asoma por una rendija, a avisarnos que el amanecer de cierto día, sucede en otra noche triste.
Revista Ulrika
Héctor J. Freire (Buenos Aires, 1953 – 22/3/2022)
MOTIVOS VISUALES
(10 poemas, 10 films)
Por Héctor J. Freire
COTIDIANO
¡A través de las persianas el sol
pasa una aguja de oro!
Willam Carlos Williams
I
Un hombre capaz de lo obvio y carente de esperanza
ensaya poemas al amanecer, sin saber que es poeta.
Una escena varias veces repetida
en la ciudad semivacía de Paterson.
Escribe: morir en secreto
lenta música de ideas y de cosas
huesos y cenizas
flor en el cielo
herida que no sangra.
Y su viaje rutinario se demora en la conciencia
de su propia mirada.
Escribe en la memoria, menos esclava que la acción:
preserva hasta el más mínimo detalle.
De pronto: ¡una cascada de luz
y la felicidad de existir!
II
Entre dormir y despertar,
la tierra no gira
y despacio la vida se vuelve
precaria y descolorida.
Entre nacer y morir, algunos momentos crecen
y los lamentos aún no conocidos llenan
de nubes las horas felices que pasamos
soñando bajo el sol del mediodía.
Entre la alegría y el consuelo
el camino cotidiano no es fácil:
algunos colores, blanco y negro.
Entre amar y odiar,
el verdadero viaje empieza:
deja ir a la violencia, abraza el milagro,
luego cae al “paraíso” del poema
con una gentil sonrisa.
Entre dormir y despertar
la tierra reanuda su giro,
la suave luz llena la habitación
y los demonios nocturnos
desaparecen de la cama,
y toda la humanidad enfrenta
un nuevo día.
A partir del film Paterson (2016) de Jim Jarmusch.
MUJER FRENTE A LA VENTANA
Esa mujer captada de espaldas, en su silencio cotidiano
desde el interior de su cuarto, espacializa la espera,
dilata y proyecta la nostalgia hacia una realidad lejana.
Hacia una suspensión emotiva que prevalece
más allá de los muros de la casa.
Afuera, la arboleda se refleja en el cristal, espejo
que se funde con su rostro enmarcado en la ventana:
el retrato de un severo anuncio que niega
definitivamente un futuro de felicidad.
–Lo que hemos olvidado no nos olvida, ya que
la memoria es una distancia superior al recuerdo-
Intimidad e inmensidad encuentran su centro
en la mampara que separa a la mujer del exterior.
Escena del film Revolutionary Road (2008) de Sam Mendes.
TERRENAL
A diferencia de Dante,
a Bosch no le interesaba el Purgatorio.
Un brillo claro sale de la entrada del túnel
como un planeta enorme.
En sus bordes brillantes
una silueta desnuda y confusa
está de espaldas a nosotros:
¿Tenemos que entrar o salir?
¿Nos da la bienvenida, o nos despide?
Aquí no existe la muerte,
fue reemplazada por una simbiosis
de plantas, animales y personas,
y cada objeto tiene una historia que contar.
Los cuerpos agrupados en racimos
se funden en danza “simpática”,
donde los principios cotidianos se invierten.
Bosch, decía que la simetría
es la estética de los imbéciles,
que no existe otro paraíso mas
que aquel creado por uno mismo
durante esta corta vida.
Que una imagen es más perdurable
que un organismo.
Bosch no juzga, pero señala:
degustemos la pulpa de la fruta
pues, al fin y al cabo,
tenemos el permiso para hacerlo.
En El Jardín de las delicias todo es posible.
Del documental El Bosco, el jardín de los sueños (2016) de José Luis Linares.
RITUAL
En un sereno brillo
en una más dorada luz.
Emily Dickinson
El humo perfumado del incienso
llena el espacio,
le otorga una falsa duración al tiempo.
Sólo su aroma es real:
como en aquel poema de Dickinson
donde la luz se transforma en cenizas
y ya no carga con lo inútil.
“Vacila en su retirada y se mantiene en reserva”,
resiste en la paciencia del oculto crecer.
En el jardín la exigencia del día hace de la noche
una presencia vacía, una quieta pasión.