Revista «Ulrika 72»
Editorial
En 2006 llevamos a cabo el I Seminario María Mercedes Carranza en el marco del XIV Festival Internacional de Poesía de Bogotá para recordar la voz y la palabra de nuestra querida poeta a los 4 años de su fallecimiento, retomando ese gesto tan suyo de abrir su casa y su corazón para celebrar otras obras poéticas, en esta oportunidad la de destacadas poetas de América Latina y España: Olga Orozco (1920-1999) y Alejandra Pizarnik (1936-1972) de Argentina; Matilde Espinosa (1910-2008) y Maruja Vieira (1922) de Colombia; Eunice Odio (1919-1974) de Costa Rica; Dulce María Loynaz (1902-1997) y Fina García Marruz (1923-2022) de Cuba; Gabriela Mistral (1889-1957) de Chile; Carmen Conde (1907-1996) y Gloria Fuertes (1917-1998) de España; Rosario Castellanos (1925-1974) de México e Ida Gramcko (1924-1994) de Venezuela, sin olvidar a la misma María Mercedes Carranza (1945-1903), pero nombrándola en último lugar, como seguramente ella misma hubiera querido: nosotros a sabiendas de que dicha discreción es el gesto magnífico de los seres más altos. A partir de allí se ha venido consolidando la presencia de ese “otro modo de ser humano y libre” que al decir de la poeta Rosario Castellanos vendría a ser el signo definitorio de la poesía escrita por mujeres.
En el interregno entre esta y otras dos iniciativas en las que con consistencia y decisión se asumió el reconocimiento y la proyección de la indiscutible vitalidad de la palabra femenina en el ámbito de las lenguas romances, su imparable renacer y su originalidad hasta no hace mucho tiempo desconocida y minimizada se ha ido dando la apuesta que está sobre la mesa. Y así, en ese interregno, Ulrika ha mantenido desde sus páginas un creciente compromiso con la matizada oferta que desde el crisol cultural de las lenguas latinas contemporáneas se le iba presentando a partir del descubrimiento de autoras como las argentinas Mercedes Roffé (1954) y Laura Yasan (1960-2021); Laura Assis (1985) y Laura Liuzzi (1985) de Brasil; Rocío Ágreda (1981) y Milenka Torrico (1987) de Bolivia; Esther Zarraluki (1956) y Mireia Calafell (1980) de Cataluña; Roxana Miranda (1982) y María Inés Zaldívar (1953) de Chile; Lucila Lema (1974) y Aleyda Quevedo (1972) de Ecuador; Laura Casielles (1986) y Ángela Segovia (1987) de España; Zingonia Zingone (1971) de Italia; María Baranda (1962), Leticia Luna (1965) y Enzia Verduchi (1967) de México; Consuelo Tomás (1957) y Lucy Cristina Chau (1971) de Panamá; Rocío Silva-Santisteban (1963) y Victoria Guerrero (1971) de Perú; María do Rosário Pedreira (1959) y Maria Helena Ventura Pereira (1962) de Portugal; Corina Oproae (1973) de Rumanía, y María Antonieta Flores (1960) con Sandy Juhasz (1962) de Venezuela, para no mencionar sino unas cuantas de quienes nos han acompañado a lo largo de más de una década entre 2006 y 2017. Por parte de Colombia, en ese mismo lapso, no podríamos dejar sin relacionar a Piedad Bonett (1951), Camila Charry (1979), Amalia Moreno (1988), Paola Cadena (1983), Margarita Losada (1983) y Tania Ganitsky (1986), sin nombrar, por su propia y pudorosa petición, a nuestras colaboradoras habituales e integrantes del comité editorial (ver, para el efecto, la bandera de esta publicación).
Desde esta misma perspectiva, en diciembre del año 2017, en el número 63 de esta revista publicamos, bajo el título de Una lectura de la poesía colombiana escrita por mujeres desde el siglo xx, las memorias de una serie de actividades que en tal sentido se llevaron a cabo en varias universidades de Bogotá, y cuyo exitoso lanzamiento tuvo lugar en el icónico teatro de La Candelaria. Entre las autoras que enriquecieron esas páginas se contaron varias de las incluidas en el citado Seminario, con la misma María Mercedes Carranza (1945-2003) y con poetas colombianas como Liliana Cadavid (1960-2006), Meira Delmar (1922- 2009), Olga Elena Mattei (1933), Patricia Ariza (1946), Orietta Lozano (1956), Gloria Posada (1967) y Fátima Vélez (1985).
Estas iniciativas necesariamente desembocaron en reflexiones jalonadas por el hecho de que si bien es incuestionable la fortaleza adquirida por la voz de la mujer y sus notables aportes a la visión del mundo que se deriva del lenguaje poético, la dinámica de su proyección estuvo siempre mediatizada por el desequilibrio en su presencia en roles directivos y definitorios, como la orientación editorial o el encabezamiento de proyectos consistentes y sostenidos de promoción de la literatura en general y de la poesía en particular. Asumiendo otra apuesta en ese mismo sentido, Ulrika convoca el XXXI Festival Internacional de Poesía de Bogotá y en su marco al II Seminario María Mercedes Carranza que se llevó a cabo con gran acogida durante el mes de mayo, en el Salón Oval de la Universidad Nacional de Colombia, esta vez propiciando nuevos acercamientos a las obras de Rosario Castellanos (1925-1974), Alejandra Pizarnik (1936-1972) y a las de las colombianas Emilia Ayarza (1919-1966) y Liliana Cadavid (1960-2006) con un significativo cierre a partir de la presentación del libro Mulieribus de Juan Manuel Roca (1946).
Esta reciente edición del Festival, además de celebrar a buena parte de las autoras que han alimentado la formación sentimental de nuestra publicación insignia, contó con la decisiva concurrencia tanto de las que hacen parte de su consejo editorial, como la de sus colaboradoras habituales, a las que se han sumado otras siempre presentes, como Catalina González (1976), Luz Helena Cordero (1961), Elsa Cristina Posada (1963), Francelina Muchavisoy (1965), Mónica Lucía Suárez (1975), Liz Candelo (1965), Lilia Gutiérrez Riveros (1956), Ana Mercedes Vivas (1960), Carolina Bustos (1979) y Lucía Donadío (1960)…
Mientras persista la tendencia insana (y anacrónica) de sostener ejercicios culturales signados por rasgos patriarcales y mesiánicos, muchas veces con el resignado beneplácito que impone la costumbre heredada, y en no pocas oportunidades con el apoyo de regímenes políticos intransigentes con la otredad y la diferencia; mientras ello suceda, seguiremos insistiendo en certámenes como este, en los que, para fomentar un diálogo equilibrado, paritario y entrañable respecto a la poesía, se cuente con directoras y directores invitados. Luz Mary Giraldo hoy (y siempre), mañana pares indígenas o afrodescendientes, lbgtiq+ e inconformes de todo género. Estas páginas y las por venir, quieren ser la memoria viva de esta nueva saga de la palabra poética, preparadas de manera incluyente, lejos de supremacismos de cualquier índole.
ULRIKA