Gina Saraceni
Investigadora, crítica literaria, traductora y poeta, Gina Saraceni es egresada de la Universitá degli Studi de Bologna, Italia (1990); magíster en Literatura Latinoamericana (1994) y doctora en Letras (2001) por la Universidad Simón Bolívar, donde es profesora del Departamento de Lengua y Literatura. Es especialista en teoría literaria, literatura de viajes, poesía venezolana contemporánea, estéticas y políticas de la memoria. Con el poemario Entre objetos respirando, gana en 1995 el Concurso de Poesía “Víctor José Cedillo”; con Salobre, la Bienal de Coro “Elías David Curiel”, mención Poesía 2001, y con Casa de pisar duro el XI Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (2011). Es autora de las antologías El verde más oculto (2002), del poeta mexicano Fabio Morábito, y de En-obra, Antología de la poesía venezolana (1983-2008). Tradujo al español a la poeta italiana Alda Merini y al italiano a Rafael Cadenas y a Yolanda Pantin. También ha publicado numerosos volúmenes y artículos especializados.
Poemas
Adriático
Las piedras se vuelven más duras
cuando finaliza el verano.
Algo demora en pasar al otro lado.
La playa es una respiración delgada
y en los huecos de la arena
quedan atascadas las palabras.
Un tronco navega a la deriva
y las olas lavan la historia
de ese pedazo de madera
que flota por aquello que le falta.
El verano duele como un abandono.
Como el amor su interrupción duele,
su querer permanecer
hasta las uvas de septiembre.
El verano es una espalda cansada
donde los caracoles se preparan para morir.
Cómo despedirse del verano
sin quedar atrapado en sus viñedos,
en su vena más angosta,
en el letargo de su calma meridiana.
Cómo decirle adiós sin dejar algo
en el abrazo del estío
donde la marea desata el trueno de su fondo.
Cada verano hay una piedra menos
que anticipa la inminencia de un desierto.
Cada verano alguien falta
al llamado de la tribu y las algas
lloran hasta secarse de tristeza.
No hay punto de retorno
cuando la playa pierde sus herencias
y queda el mar
roto por el golpe de sus olas.
El verano es un animal
que arrastra sus huesos por la playa.
Camina despacio
espera que la marea entierre su cadáver.
Cuando el amor es imposible
revienta duro y solo el mar
comprende la inmensidad de sus consecuencias.
Se oye un lamento salobre.
El viento quiebra las alas de los pájaros.
El verano es una lejanía.
Llueve y crece la marea.
Algo se demora
no hay cómo atraparlo.
(Casa de pisar duro, Caracas: Fundación para la cultura Urbana, 2012)
*
Me entristece la casa
sin el paso de la madre
que regaba las orquídeas
y miraba al Avila crecer
todos los días.
La casa donde la luz
era una medusa inmensa
que nadaba entre nosotros.
La casa abierta
para que el padre
regresara cada tarde
a su tierra lejana.
No sé como habitar
esta orfandad
sin flores,
sin medusa,
sin idioma
(Lugares abandonados. Antología personal. Medellín: Editorial Eafit, 2018)
*
Es del padre el invierno
su silencio espeso
su demora.
También la noche
y el acero colado
en moldes de cafeteras
que duermen el letargo
de los objetos extintos.
El trópico está
demasiado lejos
para creer que fuimos
parte de su canto.
Demasiado lejos
está el padre
de sus manos obreras
y de su oficio
El animal del invierno
perdió el oído y
no sabe
cómo regresar.
**
Suena el canto del muezzin,
intenso y sostenido.
Se expande por la Medina
crece en cada nota
se convierte
en plaza mercado
dátil arrugado y dulce.
Tus ojos son Túnez
brotado de palmeras,
higos, almendras,
granadas, nueces
Túnez blanco y azul
donde la trinitaria
clava sus espinas
en muros y rezos.
En el desierto del Maghreb
hay dos plantas
que se calcinan
entre las dunas
dromedarios exhaustos
que la luz enceguece.
*
Si se pudiera
llegar al otro lado
sería el viaje más distante.
(Lugares abandonados. Antología personal. Medellín: Editorial Eafit, 2018)
*
¿Dónde estarán los perros
que perseguían la sombra
de los pelícanos en la playa?
Eran perros de la pobreza
delgados como la madera
que las olas carcomen.
Escarbaban en la basura
la materia de su hambre
y tenían en el costado
heridas abiertas.
Olieron en nuestros cuerpos
que éramos iguales.
Fuimos una manada de perros
que abandonó la playa
y se perdió en el monte.
(Inédito)
*
Florecen las acacias
y se prende un incendio
en el trópico ardiente.
Madera de luz
que enceguece.
(Inédito)
*
Después de la lluvia
bajará la marea:
los bañistas
volverán a la playa
y se acostarán al sol.
Nadie escuchará
a la cigarra morir
(Inédito)
*
Está lejos el verano
y su vibrante canto
animal
La ciudad extranjera
no perdona que
esta estación exista
y le arranca las moras
que esperaban madurar
bajo el sol de agosto.
Crece la hierba
entre el Adriático
y yo.
(Inédito)
*
La prehistoria es de palo y madera
Seré
molusco,
alga,
erizo
tronco
El mar durará
para que la extinción perdure.
(Inédito)
*
Me llevo la playa,
sus maderas rotas,
sus cigarras muertas.
Me llevo la mora
para comérmela lejos
y la poesía italiana
para oír su acento
cuando esté distante.
Estoy a 2650 metros
sobre el nivel del mar:
llueve en Bogotá
(Inédito)